Page 101 - Punto de Fuga_2_Neat
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Cuando vino el señor, la señora lo esperaba en la sala
de estar con el Padre Celerino, el cura de la iglesia en la que
bautizaron a Juan como Juan.
La señora lo tenía de la mano al cura, como
aferrándose a la fe en carne y hueso. Hablaron de Juan, de sus
escapadas, de que se estaba volviendo un alma sin guía
espiritual.
El señor acordó, a pedido de su esposa, que el cura hablara con
el niño.
Celerino se sentó en la cama donde yacía Juan,
recostado, mirando el techo blanco y la nada.
-Hijo…
-No soy su hijo ni el de ellos. Quiero irme.
-Hijo, ven- quiso tocarlo, agarrarlo del brazo. Juan se
soltó- debes entender –Siguió el cura- Tus padres desean
educarte en la fe, que seas un hombre de bien.
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