Page 102 - Punto de Fuga_2_Neat
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-No son mis padres. Usted, lo sabe. No me llame hijo y

            dejen de mentir ustedes. Déjenme, quiero irme.


                   -Te espero este domingo, en misa- Le ordenó el cura y

            se retiró.


                   Los curas pocas veces dialogan. No hablan para ponerse

            de acuerdo, se creen los enviados de Dios y los demás deben

            escuchar. Juan debía escuchar y callar.


                   La  cena  transcurrió  en  silencio,  como  siempre.  La

            señora  apenas  comió.  El  señor  daba  órdenes,  que  la  vajilla

            estaba  sucia,  que  la  doméstica  pusiera  otras  copas.  Nada  se

            habló de Juan.


                   Esa  noche  Juan  tomó  sus  ropas  nuevamente  y  se  fue

            por la puerta trasera ayudado por la doméstica, Elmira.


                   En definitiva, la única que le había abierto siempre las

            puertas había sido ella. Ella le había contestado a Juan algunas

            de sus preguntas de su etapa de los “Por qué”.





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