Page 115 - Punto de Fuga_2_Neat
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por un champú y pasé a su lado. Me dio permiso como cuando

            la dama se aleja del bailarín en tango. Arrastró un pie, dejando

            la  pierna  recta,  perfecta  en  punta.  Y  me  dejé  llevar  por  su

            contoneo, oficié de su pareja al darle el aire justo y mis pies

            siguieron los de ella.

                   Ella agarraba un pote crema y parecía que tomaba un

            cristal.  Sus  manos  eran  suaves,  delicadas.  Yo  desde  la  otra

            punta la observaba y cruzábamos miradas. Ella me contestaba

            lejana con una sonrisa llena de dientes blancos perfectos.

                   Ese  día  en  la  farmacia  bailamos,  despacio,  evitando

            nuestras caderas, rozándonos las caras con los cabellos una a

            otra.

            Luego  hubo  repetidas  danzas.  Bailábamos.  Sí,  en  nuestros

            cruces en las veredas. En las veces que la ayudé con las bolsas

            del mercado o la verdulería.

                   Fueron momentos en que sentí mi cuerpo liviano, ágil

            y  dúctil.  Hasta  entonces  lo  sentía  ajeno,  como  un  peso  que

            cargar  y  que  quería  modificar.  Creo  que  lo  llegué  a  sentir

            sensual.

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