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maquillaba  los  hematomas.  Sus  enormes  ojos  negros  habían

            adquirido ojeras e hinchazones. Dormía poco, se sobresaltaba

            por enmarañados miedos.

                   La escuché gritar mil veces, la escuché rogar. Su pareja,

            ese hombre le hacía cosas.

                   La escuché suplicar por su bebé. Vi cómo él golpeaba

            objetos,  cómo  la  trataba  de  puta,  como  alegando  ciertos

            derechos  inexistentes  le  sacaba  el  celular,  la  vigilaba  y  la

            celaba.

            Me  daba  una  bronca  porque  yo  misma  lo  vi  besándose  con

            otras,  regalándoles  flores  y  prometiendo  ser  el  amor  de  sus

            vidas,  de todas ellas. Pero  a ella la amenazaba  porque  decía

            que la amaba demasiado.

                   Yo la amaba. Yo le hubiera tendido mi mano en silencio y

            respetándola. Yo, sí. Él, no. Yo hubiera acariciado cada herida,

            hubiera  desinfectado  cada  rasguño,  hubiera  encremado  cada

            moretón.







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