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bella). Yo quisiera decirle que sus “Tiroirs” han aparecido en la última
N.R.F, (Nouvelle Revue Francaise) de Mayo. Es Marcel Arland el que las ha leído, a quien le gustaron
mucho y que las hizo imprimir inmediatamente. Estaría bien, creo, verlo y hablarle un miércoles. Le he
dado su nueva dirección a la Secretaria.
La abrazo.
A. P. M.
n)André, P.(ierre) M(andiargues), May 23, 1963.1pp. (*). [In French, translated here to
Spanish]
Querida Alejandra: Le he mostrado algunas ramas del 2Árbol de Diana2 a Philippe Solliers que
comprende muy buen el español y creo que quedó maravillado (como era su deber estarlo). Envíele
entonces un Árbol con un simpática palabra suya insertada en la corteza mineral a Tel Qel (27 Rue
Jacob – 6e.). No será un Árbol perdido.
Se habla mucho de usted entre los bastidores de Commerce, y yo creo que Ud. sedujo al minotauro. Tanto
mejor, no cree…
Afectuosamente su amigo
A P. M.
o)Cristina Ocampo, n.d. Long letter in 3 postcards.3 pp. (**).[In French, translated here to
Spanish]
Mi muy querida Alejandra.
Sus poemas me han seguido dentro de su sobre aventurero por tres semanas, de las cuales no le voy a
hacer la historia: ansiedades graves por la salud de E. Z, consultas, visitas, análisis y sobre todo, una
inyección antitetánica suspendida a causa de una reacción violenta, cólicos, y el viento Siroco romano,
(el viento de África que le obliga a quedarse en su lugar mientras él envenena la ciudad)…
Yo me levanto hoy por primera vez, más flaca, disgustada, con la rodilla raída, el corazón fatigado-más
plena de reconocimiento a Ud., mi querida Alejandra y de fiesta por el poema que usted me ha dedicado,
por todos esos poemas venidos de un silencio tan absoluto, que tienen el aire de subirse al papel blanco,
como los ojos que San Juan deseaba ver en el agua de la fuente. Me gustan todos sus poemas, pero no
tengo dudas a la superioridad de los últimos – la fuerza con que su silencio me ha atrapado, la
encuentro raramente. Es el silencio de una “crucifixión estática”, una crucifixión que yo conozco bien y
que yo jamás sentí que fuera estática, mientras ella duraba: ahí está el milagro.
La liberación del tiempo clavado dentro de una inmovilidad diferente, pura como el sueño. Sus poemas
me han dado, entre otras cosas, la prueba de su fuerza humana. Yo le he escrito que yo estaba segura de
usted, tranquila sobre usted: sus poemas han confirmado mi certeza.
Mi querida Alejandra, me gustaría hablarle largamente, pero dentro de pocos días partimos a la
campaña y yo debo preparar todo, para E. Z. también, que es un niño inocente de toda pequeña miseria.
Por suerte el gran médico consultado nos ha asegurado sobre su estado, que no es lo que temíamos (y yo
pienso poder creerle ya que es un hombre apasionado). Yo le enviaré un telegrama con mi dirección y
Libreria de Antaño info@deantano.com