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Pregón de Semana Santa
Estimado párroco, estimados Hermano Mayor y miembros de
la Cofradía. Estimado Alcalde y miembros de la corporación
municipal y de organismos oficiales. Queridos hermanos y
hermanas de la Cofradía. Vecinos todos.
Es para mi un orgullo y un honor, creo que inmerecido, ser el
pregonero de nuestra Semana Santa. La que creo, es una de las
más auténticas y originales de nuestra provincia por su estilo,
gastronomía, musicalidad y entorno.
Este pregón que os ofrezco, está hecho de hilos de
sentimiento y memoria. De los sentimientos de un niño que veía
como cada año, en Semana Santa, se llenaban las camas de mi
mama Lola de túnicas moradas. Como cada año, titos y primos,
cogían sus cirios y se encaminaban a la calle. Y él, sólo podía
mirarlos. A cambio, la vida me premió con el mejor palco. Y desde
el balcón de la casa de mi abuela he visto cada momento de
nuestra Semana Santa.
Como sabe mi amigo Emilio Platero, me hice hermano de la
entonces conocida como Cofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno porque creía, y creo, que Jesús es el protagonista
principal de la Semana Santa. Pero como la vida es la mejor
maestra, me ha enseñado que tras Él estaba la mujer más
impresionante y maravillosa que haya pisado nuestra tierra, y que
tras cada túnica que sale a la calle cada día, hay una mujer que,
como María, hizo, hace y hará posible que la Semana Santa
ocurra. Nuestra Semana Santa no sería posible sin el trabajo
humilde, callado y devoto de nuestras esposas, madres, hijas,
abuelas, vecinas,… en fin de cada una de ellas.
Creo, profundamente, que la pieza clave para comprender
todo ello es el papel de la mujer antes, durante y después de