Page 289 - El Señor de los Anillos
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» "¡Trancos!", dije con un grito de alegría.
        » "Sí,  señor,  temo  que  sí,  señor",  dijo  Mantecona  malentendiéndome.  "No
      pude impedir que se acercara a ellos y ellos se fueron con él. Actuaron de un
      modo muy raro todo el tiempo que estuvieron aquí; tercos, diría yo."
        » "¡Asno!  ¡Tonto!  ¡Tres  veces  digno  y  querido  Cebadilla!",  dije.  "Son  las
      mejores noticias que he tenido desde el solsticio de verano; valen por lo menos
      una  pieza  de  oro.  ¡Que  tu  cerveza  se  beneficie  con  un  encantamiento  de
      excelencia  insuperable  durante  siete  años!",  dije.  "Ahora  puedo  tomarme  una
      noche de descanso, la primera desde no sé cuánto tiempo."
      —De modo que pasé allí la noche, preguntándome qué habría sido de los Jinetes;
      en Bree no se habían visto sino dos o tres, parecía. Aunque esa noche oímos más.
      Cinco por lo menos llegaron del oeste y echaron abajo las puertas y atravesaron
      Bree como un viento que aúlla; y las gentes de Bree están todavía temblando y
      esperando el fin del mundo. Me levanté antes del alba y fui tras ellos.
        » No estoy seguro, pero yo diría que fue esto lo que ocurrió. El capitán de los
      Jinetes permaneció en secreto al sur de Bree, mientras dos de ellos cruzaban la
      aldea y cuatro más invadían la Comarca. Pero luego de haber fracasado en Bree
      y Cricava, llevaron las noticias al capitán, descuidando un rato la vigilancia del
      camino,  donde  sólo  quedaron  los  espías.  Entonces  el  capitán  mandó  a  algunos
      hacia el este, cruzando la región en línea recta, y él y el resto fueron al galope a
      lo largo del camino, furiosos.
        » Corrí hacia la Cima de los Vientos y llegué allí antes de la caída del sol en
      mi segunda jornada desde Bree y ellos ya estaban allí. Se retiraron en seguida,
      pues sintieron la llegada de mi cólera y no se atrevían a enfrentarla mientras el
      sol estuviese en el cielo. Pero durante la noche cerraron el cerco y me sitiaron en
      la cima de la montaña, en el antiguo anillo de Amon Sûl. Fue difícil para mí en
      verdad. Una luz y una llama semejantes no se habían visto en la Cima de los
      Vientos desde las hogueras de guerra de otras épocas.
        » Al amanecer escapé de prisa hacia el norte. No podía hacer otra cosa. Era
      imposible encontrarte en el desierto, Frodo, y hubiese sido una locura intentarlo
      con los Nueve pisándome los talones. De modo que tenía que confiar en Aragorn.
      Yo esperaba desviar a algunos de ellos y llegar a Rivendel antes que tú y enviar
      ayuda. Cuatro Jinetes vinieron detrás de mí, pero se volvieron al cabo de un rato
      y me pareció que iban hacia el vado. Esto ayudó un poco, pues eran sólo cinco,
      no nueve, cuando atacaron tu campamento.
        » Llegué  aquí  al  fin  siguiendo  un  camino  largo  y  difícil,  remontando  el
      Fontegrís y cruzando las Landas de Etten y descendiendo desde el norte. Tardé
      casi quince días desde la Cima de los Vientos, pues no es posible cabalgar entre
      las rocas en las colinas de los trolls, y despedí al caballo. Lo envié de vuelta a su
      amo, pero una gran amistad ha nacido entre nosotros y si lo necesito vendrá a mi
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