Page 290 - El Señor de los Anillos
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llamada. Y así sucedió que llegué a Rivendel sólo tres días antes que el Anillo y
      las noticias del peligro que corría ya se conocían aquí, lo que era buena señal.
        » Y esto, Frodo, es el fin de mi relato. Que Elrond y los demás me perdonen
      que haya sido tan extenso. Pero esto nunca había ocurrido antes, que Gandalf
      faltara  a  una  cita  y  no  cumpliera  lo  prometido.  Había  que  dar  cuenta  de  un
      suceso tan raro al Portador del Anillo, me parece.
        » Bueno,  la  historia  ya  ha  sido  contada,  del  principio  al  fin.  Henos  aquí
      reunidos y he aquí el Anillo. Pero no estamos más cerca que antes de nuestro
      propósito. ¿Qué haremos?
        Hubo un silencio. Luego Elrond habló otra vez.
      —Las noticias que conciernen a Saruman son graves —dijo—, pues confiamos
      en él y está muy enterado de lo que pasa en los concilios. Es peligroso estudiar
      demasiado a fondo las artes del enemigo, para bien o para mal. Mas tales caídas
      y traiciones, ay, han ocurrido antes. De los relatos que hoy hemos oído, el de
      Frodo me parece el más raro. He conocido pocos hobbits, excepto a Bilbo aquí
      presente,  y  creo  que  no  es  quizás  una  figura  tan  solitaria  y  peculiar  como  yo
      había pensado. El mundo ha cambiado mucho desde mis últimos viajes por los
      caminos del oeste.
        » Las Quebradas de los Túmulos las conocemos bajo muchos nombres y del
      Bosque  Viejo  se  han  contado  muchas  historias.  Todo  lo  que  queda  de  él  es  un
      macizo en lo que era la frontera norte. Hubo un tiempo en que una ardilla podía ir
      de árbol en árbol desde lo que es ahora la Comarca hasta las Tierras Brunas al
      oeste  de  Isengard.  Por  esas  tierras  yo  viajé  una  vez  y  conocí  muchas  cosas
      extrañas  y  salvajes.  Pero  había  olvidado  a  Bombadil,  si  en  verdad  éste  es  el
      mismo que caminaba hace tiempo por los bosques y colinas, y ya era el más
      viejo  de  todos  los  viejos.  No  se  llamaba  así  a  la  sazón.  Iarwain  Ben-adar  lo
      llamábamos:  el  más  antiguo  y  el  que  no  tiene  padre.  Aunque  otras  gentes  lo
      llamaron de otro modo: fue Forn para los enanos, Orald para los Hombres del
      Norte  y  tuvo  muchos  otros  nombres.  Es  una  criatura  extraña,  pero  quizá
      debiéramos haberlo invitado a nuestro Concilio.
        —No hubiese venido —dijo Gandalf.
        —¿No  habría  tiempo  aún  de  enviarle  un  mensaje  y  obtener  su  ayuda?  —
      preguntó Erestor—. Parece que tuviera poder aún sobre el Anillo.
        —No, yo no lo diría así —respondió Gandalf—. Diría mejor que el Anillo no
      tiene poder sobre él. Es su propio amo. Pero no puede cambiar el Anillo mismo,
      ni  quitar  el  poder  que  tiene  sobre  otros.  Y  ahora  se  ha  retirado  a  una  región
      pequeña,  dentro  de  límites  que  él  mismo  ha  establecido,  aunque  nadie  puede
      verlos, esperando quizás a que los tiempos cambien, y no dará un paso fuera de
      ellos.
        —Sin  embargo  dentro  de  esos  límites  nada  parece  amedrentarlo  —dijo
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