Page 32 - El Hobbit
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—Pensar  que  pronto  llegará  junio  —mascullaba  Bilbo,  mientras  avanzaba
      chapoteando detrás de los otros por un sendero enlodado.
        La hora del té ya había quedado atrás; la lluvia caía a cántaros, y así había
      sido todo el día; el capuchón le goteaba en los ojos; tenía la capa empapada; el
      poney  cansado  tropezaba  con  las  piedras;  los  otros  estaban  demasiado
      enfurruñados para charlar.
        —Estoy seguro que la lluvia se ha colado hasta las ropas secas y las bolsas de
      comida  —gruñó  Bilbo—.  ¡Malditos  sean  los  saqueadores  y  todo  lo  que  se
      relacione con ellos! Cómo quisiera estar en mi confortable agujero, al amor de la
      lumbre, y con la marmita que ha empezado a silbar. —¡No fue la última vez que
      tuvo este deseo!
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