Page 36 - El Hobbit
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—Ni una mala pizca de carne humana probamos desde hace mucho, mucho
tiempo —dijo otro troll—. ¿Por qué demonios Guille nos habrá traído aquí?; y
además la bebida está escaseando —añadió, tocando el codo de Guille, que en
ese momento bebía un sorbo.
Guille se atragantó: —¡Cierra la boca! —dijo tan pronto como pudo—. No
puedes esperar que la gente se quede por aquí sólo para que tú y Berto se la
zampen. Habéis comido un pueblo y medio entre los dos desde que bajamos de
las montañas. ¿Qué más queréis? Y esos tiempos han pasado. Y tendrías que
haber dicho « Grracias, Guille» , por este buen bocado de carnerro gordo del
valle —arrancó un pedazo de la pierna del carnero que estaba asando y se limpió
la boca con la manga.
En efecto, me temo que los trolls se comportan siempre así, aún aquellos que
sólo tienen una cabeza. Luego de haber oído todo esto, Bilbo tendría que haber
hecho algo sin demora. O bien haber regresado en silencio. Y avisar a los demás
que había tres trolls de buena talla y malhumorados, bastante grandes como para
comerse un enano asado o aún un poney, como novedad; o bien tendría que
haber hecho una buena y rápida demostración de merodeo nocturno. Un
saqueador legendario y realmente de primera clase, en esta situación habría
metido mano a los bolsillos de los trolls (algo que casi siempre vale la pena, si
consigues hacerlo), habría sacado el carnero de los espetones, habría arrebatado
la cerveza y se hubiera ido sin que nadie se enterase. Otros más prácticos, pero
con menos orgullo profesional, quizá habrían clavado una daga a cada uno de
ellos antes de que se dieran cuenta. Luego él y los enanos hubieran podido tener
una noche feliz.
Bilbo lo sabía. Había leído de muchas buenas cosas que nunca había visto o
nunca había hecho. Estaba muy asustado, y disgustado también; hubiera querido
encontrarse a cien millas de distancia, y sin embargo… sin embargo no podía
volver directamente a donde estaban Thorin y Compañía con las manos vacías.
Así que se quedó, titubeando en las sombras. De los muchos procedimientos de
saqueo de que había oído, hurgonear en los bolsillos de los trolls le pareció el
menos difícil, así que se arrastró hasta un árbol, justo detrás de Guille.
Berto y Tom iban ahora hacia el barril. Guille estaba echando otro trago.
Bilbo se armó de coraje e introdujo la manita en el enorme bolsillo de Guille.
Había un saquito dentro, para Bilbo tan grande como un zurrón. « ¡Ja!» , pensó,
entusiasmándose con el nuevo trabajo, mientras extraía la mano poco a poco,
« ¡y esto es sólo un principio!» .
¡Fue un principio! Los sacos de los trolls son engañosos, y éste no era una
excepción.
—¡Eh!, ¿quién eres tú? —chilló el saco en el momento en que dejaba el
bolsillo, y Guille dio una rápida vuelta y tomó a Bilbo por el cuello antes de que el
hobbit pudiera refugiarse detrás del árbol.