Page 1082 - El Señor de los Anillos
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del viento: « Del Gran Mar he llegado a la Tierra Media. Y ésta será mi morada,
      y la de mis descendientes, hasta el fin del mundo.»
        Entonces, ante el asombro de casi todos, en lugar de ponerse la corona en la
      cabeza, Aragorn se la devolvió a Faramir, diciendo:
        —Gracias a los esfuerzos y al valor de muchos entraré ahora en posesión de
      mi heredad. En prueba de gratitud quisiera que fuese el Portador del Anillo quien
      me trajera la corona, y Mithrandir quien me la pusiera, si lo desea: porque él ha
      sido  el  alma  de  todo  cuanto  hemos  realizado,  y  esta  victoria  es  en  verdad  su
      victoria.
        Entonces Frodo se adelantó y tomó la corona de manos de Faramir y se la
      llevó a Gandalf; y Aragorn se arrodilló en el suelo y Gandalf le puso en la cabeza
      la Corona Blanca, y dijo:
        —¡En  este  instante  se  inician  los  días  del  Rey,  y  ojalá  sean  venturosos
      mientras perduren los tronos de los Valar!
        Y  cuando  Aragorn  volvió  a  levantarse,  todos  lo  contemplaron  en  profundo
      silencio, porque era como si se revelara ante ellos por primera vez. Alto como los
      Reyes  de  los  Mares  de  la  antigüedad,  se  alzaba  por  encima  de  todos  los  de
      alrededor; entrado en años parecía, y al mismo tiempo en la flor de la virilidad; y
      la frente era asiento de sabiduría, y las manos fuertes tenían el poder de curar; y
      estaba envuelto en una luz. Entonces Faramir gritó:
        —¡He aquí el Rey!
        Y de pronto sonaron al unísono todas las trompetas; y el Rey Elessar avanzó
      hasta la barrera, y Húrin de las Llaves la levantó; y en medio de la música de las
      arpas y las violas y las flautas y el canto de las voces claras, el Rey atravesó las
      calles cubiertas de flores, y llegó a la ciudadela y entró; y el estandarte del Árbol
      y las Estrellas fue desplegado en la torre más alta, y así comenzó el reinado del
      Rey Elessar, que inspiró tantas canciones.
        Durante su reinado la ciudad llegó a ser más bella que nunca, más aún que en
      los días de su primitiva gloria; y hubo árboles y fuentes por doquier, y las puertas
      fueron de acero y de mithril, y las calles pavimentadas con mármol blanco; allí
      iba  a  trabajar  la  Gente  de  la  Montaña,  y  para  los  Habitantes  de  los  Bosques
      visitarla era una alegría; y todo fue saneado y mejorado, y las casas se llenaron
      de hombres y de mujeres y de risas de niños, y no hubo más ventanas ciegas ni
      patios vacíos; y luego del fin de la Tercera Edad del Mundo, el esplendor y los
      recuerdos de los años idos perduraron en la memoria de la nueva edad.
      En los días que siguieron a la coronación, el Rey se sentó en el trono del Palacio
      de los Reyes y dictó sentencias. Y llegaron embajadas de numerosos pueblos y
      países,  del  Este  y  del  Sur,  y  desde  los  lindes  del  Bosque  Negro,  y  desde  las
      Tierras  Oscuras  del  Oeste.  Y  el  Rey  perdonó  a  los  Hombres  del  Este  que  se
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