Page 1079 - El Señor de los Anillos
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en ella.
        —Esta es Minas Anor, la Torre del Sol —dijo—, y ¡mirad! ¡La Sombra ha
      desaparecido! ¡Ya nunca más volveré a ser una doncella guerrera, ni rivalizaré
      con los grandes caballeros, ni gozaré tan sólo con cantos de matanza! Seré una
      Curadora,  y  amaré  todo  cuanto  crece,  todo  lo  que  no  es  árido.  —Y  miró  de
      nuevo a Faramir—. Ya no deseo ser una reina —dijo.
        Entonces Faramir rió, feliz.
        —Eso me parece bien —dijo—, porque yo no soy un rey. Y me casaré con
      la Dama Blanca de Rohan, si ella consiente. Y si ella consiente, cruzaremos el río
      y en días más venturosos viviremos en la bella Ithilien y cultivaremos un jardín.
      Y en él todas las cosas crecerán con alegría, si la Dama Blanca consiente.
        —¿Habré entonces de abandonar a mi propio pueblo, hombre de Gondor? —
      dijo ella—. ¿Y querríais que vuestro orgulloso pueblo dijera de vos?: « ¡Allá va un
      Señor  que  ha  domado  a  una  doncella  guerrera  del  Norte!  ¿No  había  acaso
      ninguna mujer de la raza de los Númenor que pudiera elegir?»
        —Lo querría, sí —dijo Faramir. Y la tomó en los brazos y la besó a la luz del
      sol,  y  no  le  preocupó  que  estuvieran  en  lo  alto  de  los  muros  y  a  la  vista  de
      muchos. Y muchos los vieron por cierto, y vieron la luz que brillaba sobre ellos
      cuando descendían de los muros tomados de la mano y se encaminaban a las
      Casas de Curación.
        Y Faramir dijo al Mayoral de las Casas:
        —Aquí veis a la Dama Eowyn de Rohan, y ahora está curada. Y el Mayoral
      dijo:
        —Entonces la libro de mi custodia y le digo adiós, y ojalá nunca más sufra
      heridas  ni  enfermedades.  La  confío  a  los  cuidados  del  Senescal  de  la  Ciudad,
      hasta el regreso de su hermano.
        Pero Eowyn dijo:
        —Sin  embargo,  ahora  que  me  han  autorizado  a  partir,  quisiera  quedarme.
      Porque de todas las moradas, ésta se ha convertido para mí en la más venturosa.
      Y allí permaneció hasta el regreso del Rey Eomer.
      Ya todo estaba pronto en la ciudad; y había un gran concurso de gente, pues la
      noticia  había  llegado  a  todos  los  ámbitos  del  Reino  de  Gondor,  desde  el  Min-
      Rimmon hasta los Pinnath Gelin y las lejanas costas del mar; y todos aquellos
      que pudieron hacerlo se apresuraron a encaminarse a la ciudad. Y la ciudad se
      llenó una vez más de mujeres y de niños hermosos que volvían a sus hogares
      cubiertos  de  flores,  y  de  Dol  Amroth  acudieron  los  tocadores  de  arpa  más
      virtuosos de todo el país; y hubo tocadores de viola y de flauta y de cuernos de
      plata; y cantores de voces claras venidos de los valles de Lebennin.
        Por fin un día, al caer de la tarde pudieron verse desde lo alto de las murallas
      los  pabellones  levantados  en  el  campo,  y  las  luces  nocturnas  ardieron  durante
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