Page 1154 - El Señor de los Anillos
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Pero  para  Sam  la  penumbra  del  atardecer  se  transformó  en  oscuridad,
      mientras seguía allí en el Puerto; y al mirar el agua gris vio sólo una sombra que
      pronto desapareció en el oeste. Hasta entrada la noche se quedó allí, de pie, sin
      oír  nada  más  que  el  suspiro  y  el  murmullo  de  las  olas  sobre  las  playas  de  la
      Tierra Media, y aquel sonido le traspasó el corazón. Junto a él, estaban Merry y
      Pippin, y no hablaban.
        Por fin los tres compañeros dieron media vuelta y se alejaron, sin volver la
      cabeza, y cabalgaron lentamente rumbo a la Comarca; y no pronunciaron una
      sola palabra durante todo el viaje de regreso; pero en el largo camino gris, cada
      uno de ellos se sentía reconfortado por los demás.
        Y finalmente cruzaron las lomas y tomaron el Camino del Este; y Pippin y
      Merry  cabalgaron  hacia  Los  Gamos;  y  ya  empezaban  a  cantar  de  nuevo
      mientras se alejaban. Pero Sam tomó el camino de Delagua, y así volvió a casa
      por la colina, cuando una vez más caía la tarde. Y llegó y adentro ardía una luz
      amarilla; y la cena estaba pronta, y lo esperaban. Y Rosa lo recibió, y lo instaló
      en su sillón, y le sentó a la pequeña Elanor en las rodillas.
        Sam respiró profundamente.
        —Bueno, estoy de vuelta —dijo.
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