Page 1207 - El Señor de los Anillos
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tres años antes que las fuerzas de los Enanos estuvieran preparadas. El Pueblo de
      Durin reunió a todas sus huestes y a ellas se unieron las grandes fuerzas enviadas
      por las Casas de otros Padres; porque estaban coléricos a causa de este agravio al
      heredero  del  Mayor  de  la  raza.  Cuando  todo  estuvo  dispuesto,  atacaron  y
      saquearon una por una todas las fortalezas de los Orcos que pudieron encontrar,
      desde Gundabad  hasta  los  Gladios. Ambos bandos  fueron  implacables,  y hubo
      muerte y hechos de crueldad de noche y de día. Pero los Enanos obtuvieron la
      victoria por su fuerza y por sus armas sin par y por el fuego de su furia mientras
      buscaban a Azog en cada escondrijo bajo la montaña.
        Por fin todos los Orcos que huían delante de ellos se reunieron en Moria, y la
      persecución llevó las huestes de los Enanos a Azanulbizar. Era ése un gran valle
      que  se  extendía  entre  los  brazos  de  las  montañas  en  torno  al  lago  de  Kheled-
      zâram y había sido antaño parte del reino de Khazad-dûm. Cuando los Enanos
      vieron  las  puertas  de  sus  antiguas  mansiones  sobre  la  ladera  de  la  montaña,
      lanzaron  un  gran  grito  que  resonó  como  un  trueno  en  el  valle.  Pero  una  gran
      hueste de enemigos estaba dispuesta en orden de batalla sobre las laderas encima
      de ellos, y por las puertas salió una multitud de Orcos reservados por Azog en
      caso de necesidad.
        En un principio la suerte estuvo contra los Enanos, pues era un oscuro día de
      invierno sin sol, y los Orcos no perdieron tiempo en vacilaciones, y excedían en
      número  al  enemigo,  y  se  encontraban  en  el  terreno  más  alto.  Así  empezó  la
      Batalla de Azanulbizar (o Nanduhirion en lengua élfica): al recordarla los Orcos
      se estremecen todavía y los Enanos lloran. El primer ataque de la vanguardia,
      conducido por Thráin, fue rechazado con pérdidas, y Thráin se encontró en un
      bosque  de  grandes  árboles  que  en  ese  entonces  todavía  crecían  no  lejos  de
      Kheled-zâram.  Allí  cayeron  Frerin,  su  hijo,  y  Fundin,  su  pariente,  y  muchos
      otros,  y  Thráin  y  Thorin  fueron  heridos. [27]   En  otros  sitios  de  la  batalla
      prevalecía  uno  u  otro  bando,  con  grandes  matanzas,  hasta  que  por  último  el
      pueblo  de  las  Colinas  de  Hierro  decidió  la  suerte  del  día.  Llegados  últimos  y
      descansados al campo, los guerreros de Náin, hijo de Grór, vestidos de cota de
      malla,  se  abrieron  paso  a  través  de  los  Orcos  hasta  los  umbrales  mismos  de
      Moria al grito de "¡Azog, Azog!", derribando con sus piquetas a todos cuantos se
      les pusieron en el camino.
        Entonces Náin se detuvo ante las Puertas y gritó en muy alta voz: " ¡Azog! ¡Si
      estás dentro sal fuera! ¿O el juego en el valle te parece demasiado rudo?". A lo
      cual  Azog  salió,  y  era  un  gran  Orco  con  una  enorme  cabeza  guarnecida  de
      hierro, y no obstante ágil y fuerte. Lo acompañaban muchos que se le parecían,
      los soldados de su guardia, y mientras éstos se entendían con la escolta de Náin,
      se  volvió  hacia  él,  y  dijo:  "¿Cómo?  ¿Otro  mendigo  a  mi  puerta?  ¿Tengo  que
      marcarte también a ti?". Se abalanzó sobre Náin y lucharon. Pero Náin estaba
      medio  ciego  de  ira  y  sentía  la  fatiga  de  la  batalla,  mientras  que  Azog  estaba
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