Page 1211 - El Señor de los Anillos
P. 1211

Solitaria.
        Los años se prolongaron. Los rescoldos en el corazón de Thorin volvieron a
      llamear mientras meditaba en los males de su Casa y en la herencia que le había
      tocado:  la  venganza  contra  el  Dragón.  Pensaba  en  armas  y  en  ejércitos  y  en
      alianzas, mientras el gran martillo resonaba sobre el yunque; pero los ejércitos se
      habían dispersado y las alianzas estaban rotas y el pueblo tenía pocas hachas; y
      un gran odio sin esperanza ardía en él, mientras golpeaba el hierro rojo sobre el
      yunque.
      Pero por último hubo un encuentro azaroso entre Gandalf y Thorin que cambió la
      suerte de la Casa de Durin, y que condujo a otros y más grandes fines. En una
      ocasión [30]  Thorin, que volvía al oeste de un viaje, se detuvo en Bree a pasar la
      noche.  Allí  estaba  también  Gandalf.  Se  dirigía  a  la  Comarca,  que  no  había
      visitado desde hacía unos veinte años. Estaba fatigado y pensó en descansar allí
      por un rato.
        Entre otros cuidados le preocupaba el peligroso estado en que se encontraba
      el  Norte;  porque  sabía  ya  entonces  que  Sauron  proyectaba  la  guerra,  y  que
      intentaba,  tan  pronto  como  se  sintiera  bastante  fuerte,  atacar  a  Rivendel.  Pero
      para impedir que el Este tratara de recuperar las tierras de Angmar y los pasos
      septentrionales de las montañas, ahora sólo contaban los Enanos de las Colinas de
      Hierro. Y más allá se extendía la desolación del Dragón. Sauron podría utilizar al
      Dragón con espantosas consecuencias. ¿Cómo entonces eliminar a Smaug?
        Justo cuando Gandalf estaba sentado y pensando en todo esto, se le acercó
      Thorin y le dijo:
        —Señor Gandalf, sólo os conozco de vista, pero me gustaría conversar con
      vos. Porque últimamente habéis visitado a menudo mis pensamientos, como si
      estuviera obligado a buscaros. En verdad, así lo habría hecho si hubiera sabido
      dónde estabais.
        Gandalf lo miró con asombro.
        —Esto es extraño, Thorin Escudo de Roble —dijo—. Porque también yo he
      pensado en ti; y aunque ahora voy a la Comarca, no olvidaba que ese camino
      conduce también a tus palacios.
        —Llamadles así si os place —dijo Thorin—. No son sino pobres viviendas en
      el exilio. Pero seríais bien recibido, si vinieseis. Porque dicen que sois sabio y que
      sabéis más que nadie de lo que pasa en el mundo; y tengo muchas cosas en la
      mente y me gustaría recibir vuestro consejo.
        —Iré  —dijo  Gandalf—;  porque  supongo  que  al  menos  compartimos  una
      preocupación. Tengo en la mente al Dragón de Erebor, y no creo que el nieto de
      Thrór lo haya olvidado.
   1206   1207   1208   1209   1210   1211   1212   1213   1214   1215   1216