Page 483 - El Señor de los Anillos
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Aragorn y sus compañeros inspeccionaron todos los rincones del campo de
      batalla,  pero  la  luz  disminuía  y  pronto  cayó  la  noche,  oscura  y  neblinosa.  No
      habían encontrado aún ningún rastro de Merry y Pippin.
        —Más no podemos hacer —dijo Gimli tristemente—. Hemos tropezado con
      muchos enigmas desde que llegamos a Tol Brandir, pero este es el más difícil de
      descifrar. Apostaría a que los huesos quemados de los hobbits están mezclados
      con  los  de  los  orcos.  Malas  noticias  para  Frodo,  si  llega  a  enterarse  un  día,  y
      malas también para el viejo hobbit que espera en Rivendel. Elrond se oponía a
      que vinieran.
        —Gandalf no —dijo Legolas.
        —Pero  Gandalf  eligió  venir  él  mismo  y  fue  el  primero  que  se  perdió  —
      respondió Gimli—. No alcanzó a ver bastante lejos.
        —El consejo de Gandalf no se fundaba en la posible seguridad de él mismo o
      de los otros —intervino Aragorn—. De ciertas empresas podría decirse que es
      mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío. Pero no
      dejaré  todavía  este  lugar.  En  todo  caso  hemos  de  esperar  aquí  la  luz  de  la
      mañana.
      Acamparon poco más allá del campo de batalla bajo un árbol frondoso: parecía
      un castaño y sin embargo tenía aún las hojas anchas y ocres del año anterior,
      como manos secas que mostraban los largos dedos; murmuraban tristemente en
      el viento de la noche.
        Gimli tuvo un escalofrío. Habían traído sólo una manta para cada uno.
        —Encendamos  un  fuego  —dijo—.  El  peligro  ya  no  me  importa.  Que  los
      orcos vengan apretados como falenas de verano alrededor de una vela.
        —Si esos desgraciados hobbits se han perdido en el bosque quizás este fuego
      los atraiga.
        —Y quizás atraiga también a otras cosas que no serían ni orcos ni hobbits —
      dijo Aragorn—. Estamos cerca de las montañas del traidor Saruman y también
      en los lindes mismos de Fangorn y dicen que es peligroso tocar los árboles de ese
      bosque.
        —Pero  los  Rohirrim  hicieron  una  gran  hoguera  aquí  ayer  mismo  —dijo
      Gimli— y derribaron árboles para el fuego, como puede verse. Y sin embargo
      pasaron aquí la noche sin que nada los molestara, una vez concluido el trabajo.
        —Eran  muchos  —dijo  Aragorn—  y  no  prestan  atención  a  la  cólera  de
      Fangorn, pues vienen por aquí raras veces y no se internan entre los árboles. Pero
      es posible que nuestros caminos nos lleven al corazón del bosque. De modo que
      cuidado. No cortéis ninguna madera viva.
        —No  es  necesario  —dijo  Gimli—.  Los  jinetes  han  dejado  muchas  ramas
      cortadas y hay madera muerta de sobra. —Fue a juntar leña y luego se ocupó en
      preparar  y  encender  un  fuego,  pero  Aragorn  se  quedó  sentado  y  en  silencio,
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