Page 478 - El Señor de los Anillos
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hombres. Sombragris volvió hace siete noches, pero la cólera del rey no se ha
apaciguado, pues el caballo es ahora salvaje y no permite que nadie lo monte.
—Entonces Sombragris ha encontrado solo su camino desde el lejano Norte
—dijo Aragorn—, pues fue allí donde él y Gandalf se separaron. Pero, ay,
Gandalf no volverá a cabalgar. Cayó en las tinieblas de las Minas de Moría y
nadie lo vio otra vez.
—Malas nuevas son éstas —dijo Eomer—. Al menos para mí y para muchos;
aunque no para todos como descubrirás si ves al rey.
—Nadie podría entender ahora en estos territorios hasta qué extremo son
malas nuevas, aunque quizá lo comprueben amargamente antes que el año
avance mucho más —dijo Aragorn—. Pero cuando los grandes caen, los
pequeños ocupan sus puestos. Mi parte ha sido guiar a la Compañía por el largo
camino que viene de Moría. Viajamos cruzando Lorien (y a este respecto sería
bueno que te enteraras de la verdad antes de hablar otra vez), y luego bajamos
por el Río Grande hasta los saltos de Rauros. Allí los orcos que tú destruiste
mataron a Boromir.
—Tus noticias son todas de desgracias! —exclamó Eomer, consternado—.
Esta muerte es una gran pérdida para Minas Tirith y para todos nosotros. Boromir
era un hombre digno, todos lo alababan. Pocas veces venía a la Marca, pues
estaba siempre en las guerras de las fronteras del Este, pero yo lo conocí. Me
recordaba más a los rápidos hijos de Eorl que a los graves Hombres de Gondor,
y hubiera sido un gran capitán. Pero nada sabíamos de esta desgracia en Gondor.
¿Cuándo murió?
—Han pasado ya cuatro días —dijo Aragorn— y aquella misma tarde
dejamos la sombra del Tol Brandir y hemos venido viajando hasta ahora.
—¿A pie? —exclamó Eomer.
—Sí, así como nos ves. Eomer parecía estupefacto.
—Trancos es un nombre que no te hace justicia, hijo de Arathorn —dijo—.
Yo te llamaría Pies Alados. Esta hazaña de los tres amigos tendría que ser
cantada en muchos castillos. ¡No ha concluido el cuarto día y ya habéis recorrido
cuarenta y cinco leguas! ¡Fuerte es la raza de Elendil!
» Pero ahora, señor, ¿cómo podría ayudarte? Tendría que volver en seguida a
avisar a Théoden. He hablado con cierta prudencia ante mis hombres. Es cierto
que aún no estamos en guerra declarada con el País Negro y algunos, próximos a
la oreja del rey, dan consejos cobardes, pero la guerra se acerca. No olvidamos
nuestra vieja alianza con Gondor y cuando ellos luchen los ayudaremos: así
pienso yo y todos aquellos que me acompañan. La Marca del Este está a mi
cuidado, el distrito del Tercer Mariscal, y he sacado de aquí todas las manadas y
las gentes que las cuidan, dejando sólo unos pocos guardias y centinelas.
—¿Entonces no pagáis tributo a Sauron? —preguntó Gimli.
—Ni ahora ni nunca —dijo Eomer y un relámpago le pasó por los ojos—,