Page 66 - El Señor de los Anillos
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crudos. Un día de mucho calor, estando agachado junto a un lago sintió que algo
      le quemaba la nuca y que una luz deslumbrante que venía del agua le lastimaba
      los ojos húmedos. Se preguntó qué sería eso, pues casi se había olvidado del sol.
      Por última vez miró hacia arriba y lo amenazó con el puño.
        » Cuando bajó los ojos, vio en la lejanía las cimas de las Montañas Nubladas
      de  donde  nacía  el  arroyo,  y  pensó  de  pronto:  "Bajo  aquellas  montañas  habrá
      fresco  y  sombra.  El  sol  no  podrá  mirarme  allí.  Las  raíces  de  esas  montañas
      tienen que ser verdaderas raíces. Hay allí sin duda grandes secretos enterrados
      que nadie ha descubierto todavía."
        » Gollum viajó pues durante la noche hacia las Tierras Altas y allí encontró
      una  pequeña  caverna  de  la  que  salía  el  arroyo  sombrío.  Fue  abriéndose  paso
      como un gusano hacia el corazón de las colinas y desapareció para el mundo. El
      Anillo  bajó  con  él  a  las  sombras  y  ni  siquiera  aquel  que  lo  había  fabricado,
      cuando recobró de nuevo el poder, pudo averiguar qué había ocurrido.
      —¡Gollum!  —exclamó  Frodo—;  ¿Gollum?  ¿Quieres  decir  que  es  el  mismo
      Gollum que Bilbo encontró? ¡Qué espanto!
        —Me parece que es una historia triste —dijo el mago—, que podría haberle
      sucedido a otros, aun a algunos hobbits que he conocido.
        —No puedo creer que Gollum estuviera emparentado con los hobbits, ni de
      lejos —dijo Frodo acalorado—. ¡Qué abominable idea!
        —De todos modos es verdad —replicó Gandalf—. Sobre los orígenes de los
      hobbits, al menos, creo saber más que ellos mismos. Hasta la historia de Bilbo
      sugiere  de  algún  modo  ese  parentesco;  en  el  fondo  de  los  pensamientos  y  la
      memoria tenían muchas cosas parecidas y se entendían de modo notable; mucho
      mejor de lo que un hobbit podía entenderse, por ejemplo, con un enano, con un
      orco,  o  hasta  con  un  elfo.  Piensa  para  empezar  en  los  enigmas  que  los  dos
      conocían.
        —Sí  —dijo  Frodo—,  aunque  otros  pueblos  además  de  los  hobbits  tienen
      enigmas  semejantes  y  los  hobbits  no  trampean.  Gollum  trampeaba  siempre,
      trataba de sorprender descuidado al pobre Bilbo y no me cabe duda de que se
      regocijaba  en  su  maldad  proponiendo  un  juego  que  terminaría  dejándole  una
      víctima fácil y que en caso de derrota no le haría ningún daño.
        —Me temo que sea demasiado cierto —dijo Gandalf—, pero pienso que en
      todo  esto  había  algo  más  que  tú  todavía  no  ves  y  es  que  Gollum  no  estaba
      totalmente  perdido.  Había  demostrado  tener  una  resistencia  que  nadie  hubiera
      adivinado, ni siquiera los sabios; como podía tenerla un hobbit. En la mente de
      Gollum había un rinconcito que aún le pertenecía y en el que penetraba la luz
      como por un resquicio en las tinieblas: la luz que venía del pasado. Era realmente
      agradable,  me  parece,  escuchar  de  nuevo  una  verdadera  voz,  que  despertaba
      recuerdos  del  viento,  de  los  árboles,  del  sol  sobre  los  pastos  y  otras  cosas
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