Page 879 - El Señor de los Anillos
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glaciales; desciende hasta volcarse en el mar que baña los muros de Dol Amroth.
      Ya no necesitarás preguntar el origen del nombre: Raíz Negra lo llaman.
        El  Valle  del  Morthond  era  como  una  bahía  amplia  recostada  contra  los
      escarpados riscos meridionales. Las barrancas empinadas estaban tapizadas de
      hierbas; pero a esa hora todo era gris, pues el sol se había ocultado, y abajo, en la
      lejanía, parpadeaban las luces de las moradas de los hombres. Era un valle rico y
      muy poblado.
        De pronto, sin darse vuelta, Aragorn gritó con voz tenante, de modo que todos
      pudieran oírlo:
        —¡Olvidad  vuestra  fatiga,  amigos!  ¡Galopad  ahora,  galopad!  Es  menester
      que lleguemos a la Piedra de Erech antes del fin del día, y el camino es todavía
      largo.
        Y  luego,  sin  una  mirada  atrás,  galoparon  a  través  de  las  campiñas
      montañosas, hasta llegar a un puente sobre el río, ahora caudaloso, y encontraron
      un camino que bajaba a los llanos.
        Al  paso  de  la  Compañía  Gris,  las  luces  de  las  casas  y  de  las  aldeas  se
      apagaban, se cerraban las puertas, y la gente que aún estaba en los campos daba
      gritos de terror y huía despavorida, como ciervos acosados. En todas partes se oía
      el mismo clamor en la noche creciente:
        —¡El Rey de los Muertos! ¡El Rey de los Muertos marcha sobre nosotros!
        Lejos  y  allá  abajo  repicaban  campanas,  y  todos  huían  ante  el  rostro  de
      Aragorn; pero los Jinetes de la Compañía Gris pasaban de largo, rápidos como
      cazadores,  y  ya  los  caballos  empezaban  a  trastabillar  de  cansancio.  Así,  justo
      antes de la medianoche, y en una oscuridad tan negra como las cavernas de las
      montañas, llegaron por fin a la Colina de Erech.
        Largo tiempo hacía que el terror de los Muertos se había aposentado en esa
      colina y en los campos desiertos de alrededor. Pues allí en la cima se alzaba una
      piedra negra, redonda como un gran globo, de la altura de un hombre, aunque la
      mitad  estaba  enterrada  en  el  suelo.  Tenía  un  aspecto  sobrenatural,  como  si
      hubiese caído de lo alto, y algunos lo creían; pero aquellos que aún recordaban
      las antiguas crónicas del Oesternesse aseguraban que había venido de las ruinas
      de Númenor y que había sido puesta por Isildur, cuando llegó allí. Ninguno de los
      habitantes del valle se atrevía a aproximarse a la piedra, ni quería vivir en las
      cercanías.  Decían  que  en  ese  lugar  celebraban  sus  cónclaves  los  Hombres-
      Sombra, y que allí se reunían a cuchichear en horas de pavor, apiñados alrededor
      de la Piedra.
        A esa piedra llegó la compañía en lo más profundo de la noche, y se detuvo.
      Elrohir le dio entonces a Aragorn un cuerno de plata, y Aragorn sopló en él; y a
      los hombres que estaban más cerca les pareció oír una respuesta, otros cuernos
      que resonaban en cavernas profundas y lejanas. No oían ningún otro ruido, pero
      sin  embargo  sentían  la  presencia  de  un  gran  ejército  reunido  alrededor  de  la
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