Page 109 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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El discurso político grandioso, por ejemplo, no pretende decir cómo es realmente el mundo; su propósito es
que el orador parezca un patriota, una persona espiritual o el protector de los principios morales. La parrhesía,
vista como arte, por el contrario, es la manifestación de la verdad materializada en la obra.
A modo de conclusión
El legado del último Foucault nos permite atisbar el horizonte de una recuperación de lo que para la filosofía
tiene auténtico valor, más allá de las tradicionales concepciones de la contraposición entre mito y racionalidad,
se encuentra la posibilidad de retomar el proyecto nietzscheano de plantear la moral sobre nuevas bases:
… lo que más les preocupaba [a los griegos], su gran tema, era constituir una suerte de moral que fuera
una estética de la existencia.
Me pregunto si nuestro problema no es hoy, en cierta manera, el mismo, porque somos mayoría los que
no creemos que una moral pueda fundarse en la religión y no queremos que un sistema legal intervenga
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en nuestra vida moral, personal e íntima .
En sus últimas lecciones, la parrhesía es el eje fundamental en la constitución de esta nueva moral, construida
con independencia de sistemas religiosos y morales, pero más allá de morales formales al estilo kantiano. La
parrhesía implica el reto exigente de desarrollar tecnologías del yo, que lleven al sujeto fuera de la trama
aparentemente inflexible de instituciones ―apolíneas‖ que caracterizan a la modernidad y que configuran una
subjetividad cautiva en los roles de maestro-alumno, supervisor-obrero, médico-paciente, custodio-prisionero,
terapeuta-asilado Con este reto, Foucault nos invita a pensar de otra manera, tomando como base el ideal de la
parrhesía que nos confronta al trauma fundamental y determinante de decirnos la verdad a nosotros mismos, de
retomar la autenticidad heideggeriana en un plano superior de ―eticidad‖ y proyectar así una nueva ética.
Tal vez Foucault tenía que morir y su proyecto filosófico tenía que truncarse, porque en caso contrario es muy
probable que, gracias a su extraordinario talento, hubiera hecho realidad el sueño (o pesadilla) de
Wittgenstein:
… si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de
ética, este libro destruiría, como una explosión, todos los demás libros del
mundo .
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35.- Ibid. p. 198.
36.- Citado en Emanuel Lévinas. Ética e infinito. p. 16.
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