Page 53 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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En esa sesión mencionó la siguiente sintomatología:

      Miedo, inseguridad y sensación de que ―algo malo va
      a  suceder‖,  impotencia  sexual,  pensamientos  de
      minusvalía,  sudoración  en  manos,  sensación  de
      hormigueo  en  mano  y  pie  izquierdos,  nerviosismo,
      problemas  epigástricos,  tic  en  el  ojo  izquierdo,
      taquicardia y dificultad para respirar. Su aspecto era

      somnoliento y su tono de voz era bajo.

      En  un  intento  por  resolver  la  encrucijada  sobre  la
      homosexualidad,  accedió  a  tener  un  encuentro
      sexual  con  uno  de  sus  amigos.  En  ese  momento,

      Miguel no tuvo erección y rechazó la posibilidad de
      ser penetrado, así que ambos se acostaron abrazados
      durante un rato.  El paciente quiso recostarse en el
      pecho  de  su  amigo.  Esta  escena  le  hizo  revivir  su
      sentir  hacia  su  padre.  Recordó  el  día  que  fue  al

      panteón  y  lloró  mientras  estaba  recostado  en  su
      tumba, eso lo tranquilizó.

      Al  respecto,  Juan  David  Nasio  (1991,  09-10)  establece  que,  desde  el  puesto  transferencial,  se  verifican  tres
      estados o posiciones permanentes y duraderas del yo histérico. Una de ellas es la caracterizada por la tristeza
      del yo, cuando debe afrontar por fin la única verdad de su ser: no saber si es un hombre o una mujer. Es pues,

      un  ―yo  tristeza‖.  Mismo  que  para  histerizar  (Nasio)  la  realidad  debe  ser  maleable  y  capaz  de  estirarse  sin
      discontinuidad desde el punto más íntimo de su ser hasta el borde más exterior del mundo, y cuán incierta se
      torna entonces la frontera que separa los objetos internos de los externos.

      Por esta singular plasticidad del yo, instala al histérico en una realidad confusa, medio real

      medio  fantaseada,  donde  se  emprende  el  juego  cruel  y  doloroso  de  las  identificaciones
      múltiples y contradictorias con diversos personajes y ello al precio de permanecer ajeno a su
      propia identidad de ser y en particular a su identidad de ser sexuado (Nasio 1991, 9-10).

      Con  lo  escrito  hasta  ahora,  más  la  información  contenida  en  los  párrafos  subsiguientes,  parecería  que  la
      problemática psíquica de Miguel está siendo explicada en El dolor de la histeria. Continuaré con otros detalles

      del caso, para observar hasta qué punto se sostiene esta afirmación.

      En una de las entrevistas preliminares, relató haber vivido una infancia caracterizada por la hostilidad de su
      familia paterna, incluyendo en su relato la presión de su padre por ―conservar el apellido‖ y su rechazo enfático
      a  la  homosexualidad.  Miguel  es  el  único  hijo  varón.  Refirió  que  su  padecimiento  actual  tuvo  origen  en  la
      infancia,  identificando  que  desde  aquel  entonces  presenta  ideas  de  minusvalía  y  sensación  de  inseguridad.

      Recuerda que su familia sólo le prestaba atención cuando estaba enfermo.

      Los  abusos  sexuales  por  parte  de  su  hermana  mayor  se  suman  a  los  hechos  que  para  Miguel  fueron
      significativos durante su infancia. En una ocasión, ella le tocó sus genitales por la fuerza. En otro momento, lo
      acostó boca arriba y escupió en su boca. Cuando el paciente relató ambos acontecimientos, destacó el asco que
      sintió en esos momentos.



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