Page 54 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Antes de finalizar la cuarta sesión, indicó padecer tricotilomanía, al grado de llegar a arrancarse más de 300
cabellos. En el transcurso de las sesiones el número de cabellos que arrancaba fue en decremento.
Recordemos que en los inicios de su obra, Freud
pensaba que el enfermo histérico sufrió en su infancia
una experiencia sexual traumática. Según esto, el niño
o niña vivieron una experiencia de seducción
proveniente de un adulto, lo que dio lugar a una
efusión sexual excesiva en un momento en que no se
contaba con el desarrollo ni las herramientas psíquicas
que permitieran comprender lo sucedido. El trauma
consiste en el surgimiento de una gran carga
de afecto sexual recibido en el inconsciente y
en ausencia de la angustia que hubiera
ayudado con el exceso de tensión (Nasio 1991,
16-17).
A esta altura, se puede plantear la hipótesis de que
Miguel atravesó por un par de eventos (los relatados)
que le fueron traumáticos y que durante las sesiones
ha ido elaborando con una característica sui generis, el asco. Este podría ser tomado como una formación
reactiva ante lo percibido a partir de los toqueteos de su hermana mayor.
En otra sesión, Miguel dijo tener un apego excesivo con su madre, mismo que se incrementó tras la muerte de
su padre en el año 2000. El paciente fue considerado entonces como ―el hombre de la casa‖, y fue obligado por
su madre a vestir la ropa de su progenitor. Esto le generó enojo y repulsión porque a su parecer, él y su madre
se comportaban como una pareja. Al igual que su padre, el paciente es profesor de historia. ¿Y cómo no
enojarse y sentir repulsión si justamente es la castración lo que da la posibilidad de ser? En otras palabras, la
castración es angustiante pero necesaria.
Green (2010, 87) retoma a Winnicott para decir que en las relaciones pasionales en una edad adulta tardía
entre la madre y el hijo, se establecen sobre el fondo de una dependencia con respecto a las actitudes y
sentimientos de la madre que perdura indebidamente y no desaparece con el tiempo. Relaciones que contienen
interminables reproches mutuos. Se adivina entonces de una sed de amor nunca satisfecha e imposible de
satisfacer, del hijo hacia la madre. Una demanda materna imperiosa, infranqueable, siempre decepcionada en
cuanto a lo que la madre espera del hijo para que este responda a la imagen que ella se hace de él, lo cual
favorece la eclosión de un falso self.
Durante la última sesión, Miguel relató algo relacionado con su problema eréctil. De pronto, dedujo que su
padre también tenía ese problema. Recordó que en una plática con su madre, le comentó que había sido ―muy
paciente‖ con su difunto esposo, refiriéndose a sus relaciones sexuales insatisfechas.
Aparentemente hubo un padre que no satisfizo a la madre. Se puede formular la conjetura de que la madre de
Miguel lo tomó como una especie de consuelo. También se podría suponer que la madre tomó al paciente como
su falo en sustitución de su pareja.
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