Page 262 - Libros de Caballerías 1879
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PALMERÍN DE INGLATERRA


        pito, porque mi flaqueza no  es para sufrir  sobre-
        salto tamaño y tan poco esperado; ruégoos que me
        digáis cómo sabéis vos esto, que puesto que siem-
        pre lo sospeché, no lo creo por el placer que de ahí
        recibo.
          Daliarte le dijo:
          —Señor, yo os mostraré la verdad tan clara como
        es necesario para creer lo que digo.
          Entonces sacando un pequeño libro del seno, leyó
        poco por él, porque aquello bastó para hacer venir
        ante sí al salvaje que los criara y a su mujer, y en-
        trando por la sala como personas que nunca en otra
        parte como aquella se vieron, Palmerín, que le co-
        noció por haber menos días que le viera, se fué a
        abrazar con él, y Floriano con su mujer, y Selvián
        su hijo, asimesmo con la rodilla en el suelo, corte-
        sía poco acostumbrada  entrellos; mas  Selvián no
        por la naturaleza, mas por la crianza lo aprendiera;
        mas ella, con lágrimas en los ojos, no sabía cuál pri-
        mero  recibiese. Después que Palmerín tuvo metido
        en acuerdo al salvaje, llególe al rey, que juntándole
        consigo  le preguntó por estenso la crianza de aque-
        llos infantes, e informado públicamente de  lo que
        pasara, apretando consigo a Palmerín, puestos  los
        ojos en el  cielo, decía:
          —Señor,  esto  era  el postrero bien que deseaba
        ver; ruégote que agora me lleves antes que la for-
        tuna no me enseñe algún revés del.
          Entonces, tomándolos a entramos por  la mano,

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