Page 263 - Libros de Caballerías 1879
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LAS FIESTAS DE LONDRES
los entregó a Flérída, a la cual con las rodillas en
el suelo besaron las manos muchas veces; ella los
tuvo abrazados algún tanto, saliéndole algunas lá-
grimas de placer acordándose de la batalla en que
ya los viera dentro en Londres, e cuan presto estu-
vieron de morir en ella. Don Duardos los abrazó,
no pudiendo encubrir tan grande alegría; porque
cuando es grande o de cosa que mucho se desea,
puédese más disimular, y luego por su mandado
hicieron su cortesía al emperador de Alemania y los
demás caballeros principales como a personas que
de nuevo conocían, puesto que Palmerín, cuando
llegó a Primaleón a le hacer su acatamiento, acor-
dándose ser padre de su señora, fué con mucha más
obidiencia que a los otros, cosa que a todos pare-
ció que lo hacía por ser hijo del emperador, cuyo
criado era ; en palacio fué el placer tan grande, que
bien se parecía que era general; la reina estaba con
sus nietos tan contenta que no quería que nadie los
gozase sino ella. El salvaje y su mujer, con Sel-
vián, tan alegres de le ver tan gentil mancebo y
fuera de su traje como de cosa no esperada.
Y en la corte y fuera de ella fué indecible la ale-
gría de ver acabado con tanto bien y dicha lo que
había tenido principios tan fieros.