Page 259 - Libros de Caballerías 1879
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LAS FIESTAS DE LONDRES
ca tuvieran vida; mas esto no fué tan presto hecho,
cuando ellos se tornaron a levantar en figura de to-
ros grandes y fieros, que la mayor parte de la gen-
te estuvo para huir de ellos, sino algunos caballeros
famosos, que allende deste miedo hacer poca impre-
sión en ellos, consolaban a las damas de vellas los
colores perdidos, riéndose del temor que recebian.
Los toros se apartaron el uno del otro algún poco,
y arremetiendo el uno al otro, se encontraron con
tanta fuerza, que la sala parecía asolarse, e de la
fortaleza con que se encontraron vinieron entramos
al suelo, echando por la boca y narices un humo tan
negro, que se tornó a escurecer la sala como la pri-
mera vez; deshecha la escuridad, que no duró mu-
cho, quedaron los tres caballeros armados de sus ar-
mas con los rostros descubiertos, y el que de antes
traía el escudo cubierto hallóse con él desatapado, y
en él la devisa que solía, que era en campo blanco
un salvaje con dos leones por una trailla : llegándose
al rey, que ya le quería abrazar por habelle cono-
cido, le besó las manos, diciendo:
—Señor, haga vuestra alteza honra a este caba-
llero que aquí está, que es el gran sabio Daliarte,
vuestro servidor, a quien vuestro cuidado siempre
dolió mucho para lo sentir y deseo para os servir
en todo.
El rey, que ya le conoció por su fama, tomándo-
le en los brazos con mucho amor, decía
—Por cierto, Daliarte, aunque yo no os debiese
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