Page 256 - Libros de Caballerías 1879
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PALM ERÍN DE INGLATERRA
entre los brazos le apretó consigo, derramando mu-
chas lágrimas le dijo:
—Hijo don Duardos, ¿quién es el que tanto de-
seara veros y que en este tiempo os negara nin-
guna cosa? i
Entonces volvió hacia Dramusiando, que le que-
ría besar las manos, y abrazándole, dijo:
—Por cierto, Dramusiando, mal pensaba yo que
quien tanto mal me hizo quisiese tanto; mas vues-
tras noblezas pudieron tanto conmigo, que allende
de me hacer perder el enojo, volví la voluntad tanto
de vuestra parte, que agora no sé ya quién puede
ser vuestro enemigo que también no lo fuese mío.
En esto vio que el caballero de la Fortuna se ve-
nía para él, y tomándole en los brazos comenzó a
decir:
—¿Quién me dijo a mí siempre que si algún bien
me había de venir había de ser por vuestras manos ?
—Por las de Dios puede vuestra alteza decir, que
así lo quiso —respondió —, que las mías no son
él
para tanto.
Acabado este razonamiento, se fueron para la igle-
sia principal de la cibdad, adonde oyeron misa con
tanta solenidad como era razón; acabada la misa,
aquellos príncipes y caballeros casi por fuerza hi-
cieron cabalgar al rey, y ellos le fueron acompa-
ñando hasta el palacio, donde hallaron a la reina y
a Flérida que los salieron a recebir; entramas jun-
tas tomaron a don Duardos, aun no creyendo que
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