Page 255 - Libros de Caballerías 1879
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            LAS FIESTAS DE LONDRES


     manidad que con  ellos en toda ocasión había usa-
     do, aunque fueran sus prisioneros.
       Con placer caminaron hasta que estuvieron a vis-
     ta de la cibdad; la gente que de la cibdad salía era
     en tanta cantidad, que todo  el camino venia  lleno,
     de manera que  los de a caballo no podían andar;
     unos  se llegaban a don Duardos por velle por  el
     gran amor que le tenían; algunos después de  velle
     a  él iban a ver al gigante Dramusiando y al caba-
     llero de  la  Fortuna, teniendo por cosa espantosa
     por un caballero ser vencido un hombre como aquél
     así allegaron a vista de la gran ciudad de Londres,
     adonde  viendo don Duardos  por entre  los  otros
     edificios  el aposento de Flérida, no pudo estar tan
     libre que sus ojos no sintiesen la soledad de tanto
     tiempo; mas acordándose cuan cerca estaba de vella,
     le hizo olvidar con  la gloria presente toda la  tris-
     teza pasada, y esforzóse  lo mejor que pudo para
     que ninguno  le  sintiese aquella flaqueza; llegando
     junto de  la ciudad,  el rey  los vino a recebir con
     una solene  fiesta;  el rey recibió a cada uno según
     la  valía de su persona; don Duardos llegó de los
     postreros con Dramusiando, y después de besar la
     mano al rey con las rodillas por el suelo, le dijo:
       —Señor,  si ante vuestra alteza yo puedo valer al-
     guna cosa, sea hacerme tanta merced que a este gi-
     gante trate, no como hijo de su padre, sino como
     el mejor hombre del mundo, pues  él  lo es.
       El rey  levantó  a don  Duardos, tomándole por
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