Page 251 - Libros de Caballerías 1879
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LA LIBERTAD DE LOS CABALLEROS


        El caballero de la Fortuna le quisiera responder,
      mas vio que Dramusiando estaba ya abajo, y no
      tuvo tiempo para más que enlazar el yelmo, ponién-
      dose a una parte del patio cubierto de su escudo
      a esperalle. Dramusiando, como algún tanto viniese
      señoreado de la ira por la muerte de Daligán, quiso
      luego gastar  el tiempo en su batalla antes que pa-
      labras,  y  juntándose entramos comenzaron a ferir-
      se de tales golpes, que en pequeño tiempo se hicie-
      ron mucho daño  ; los de Dramusiando entraban por
      el escudo  del de la Fortuna tan gravemente como
      si fuera alguno de los otros, de que al de la For-
      tuna nació algún recelo y temor, si bien conoció que
      quien se  le envió  le debió de hacer ansí, para que
      si  la  vitoria de tamaña impresa hobiese de alcan-
      zar, no fuese todo atribuida a  la fortaleza del es-
      cudo,  y  guardándose de Dramusiando con mayor
      tiento de lo que hasta  allí  hiciera, hacíale dar sus
      golpes en vano, que de otra manera cualquier de-
      llos que le acertara en lleno le pusiera en gran pe-
      ligro; mas no se podía guardar tanto que no  le
      diese algunos, de que  le hacía andar bien maltrata-
      do, el escudo todo deshecho; las armas andaban eso
      mesmo; puesto que  las  del gigante no  le llevasen
      ventaja, la sangre que les salía era mucha, así que
      en  ellos no había más que  la braveza con que pe-
      leaban, y  esta era  tal, que  allende de destruir a
      ellos, hacía dolor a quien con amor los estaba mi-
      rando; mas  sus  corazones  incansables,  y que  en
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