Page 246 - Libros de Caballerías 1879
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PALMERÍN DE INGLATERRA


        tenía memoria; acordó deste pensamiento a las vo-
        ces que Selvián le daba hallándose junto de una to-
        rre y don Duardos en medio de la puente aperce-
        bido de justa.
          En esto vio que don Duardos  le dio voces que
        justase, y abajando las lanzas, cubiertos de  los  es-
        cudos, se encontraron de todas sus fuerzas ; la lanza
        de don Duardos fué hecha pedazos en el escudo del
        de  la Fortuna;  el escudo de don Duardos fué fal-
        sado y las armas también, y  él algún tanto herido,
        mas no de muerte,   porque no tenían más lanzas
                          y
        para poder  justar, y  batalla de  las  espadas don
        Duardos no  la podía hacer según la ordenanza del
        castillo,  fué luego abierta  la puerta de mano de
        aquel temido Pandaro; don Duardos se recogió mal
        tratado del encuentro ; el de la Fortuna, que ya de-
        seaba esperimentar la suya, entró tras él; Pandaro,
        que no esperaba otra cosa, tanto que  le vio dentro
       le cerró  la puerta cubierto de su escudo, con  su
       maza en la mano hecha de nuevo se vino a él;  el
       de  la Fortuna  le recibió cubriéndose con su fuerte
       escudo, adonde  los  golpes  hacían  tan poco daño
       como  si dieran en una roca, hiriendo también al gi-
       gante tan mortalmente, que en pequeño espacio  le
       trató tan mal cuanto  él nunca se viera de las ma-
       nos de otro  si no fué del caballero del Salvaje;  y
       porque sintió cuan poco daño hacían sus golpes en
       eíl escudo de su contrario,  se  esforzó  tanto para
       sostenerse en  la batalla, que aquel día fué en que

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