Page 243 - Libros de Caballerías 1879
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LOS ENEMIGOS HERMANOS                —


    gún espacio  ; llegándose más a él por ver si del todo
     era muerto,  quitóle un paño de seda con que  el
    rostro estaba cubierto; afirmando los ojos, le dio un
    sobresalto  el corazón como  si del todo  le conocie-
    ra,  y  porque la naturaleza en estos casos lo descu-
    bre todo,  ella le trujo a la memoria  la pérdida de
    su hermano, viéndole algunas señales en que sospe-
    chó ser aquél, y llamó a Selvián para que le viese,
    y tanto le estuvo mirando, que entramos conforma-
    ron en aquella sospecha; mas el de la Fortuna, que
    aun no estaba satisfecho, dijo contra don Rosirán:
      —Pidoos por merced, señor caballero, que me di-
    gáis su nombre si lo sabéis, y cuyo hijo es, pues vos
    ni él perdéis en ello nada, y aun me quitáis de una
    duda en que estoy.
      —Aventúrase ya tan poco en   esto —dijo  él
    que no quiero negar lo que sé; su propio nombre
    es Desierto; padre ni yo  ni otro  le conoce, puesto
    que a mi como  al mayor amigo que siempre tuvo
    confesó algunas veces que un salvaje le criara y a
    éste conocía por padre, llamándose siempre en su
    poder el mismo nombre de Desierto.
      El caballero de  la Fortuna,  a quien estas pala-
    bras tocaron en  el alma, viendo ser su hermano,
    cayó sobre  las andas tan  sin acuerdo como  si su
    corazón no fuera para mayores  afrentas; en esta
    hora entraron en la tienda cuatro hombres,  punien-
                                          y
    do las andas en dos palafrenes que para eso truje-
    ron, se partieron con aquel cuerpo muerto.
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