Page 240 - Libros de Caballerías 1879
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PALMERÍN DE INGLATERRA
vicio, y la honra della sea dése caballero, pues tan
bien la merece.
—Esa no quiero yo —dijo el del Salvaje— sino
cuando por mí la ganare, y si vos deseastes acaba-
11a, también deseé lo mismo; mas pues hacéis lo
que mi señora Flérida manda, mal podré yo hacer
al contrario, que soy suyo y se lo debo de obliga-
ción.
Flérida se lo agradeció, y tornándose para su apo-
sento, sin saber que no era aquella la primera vez
que de su mano recibieran la vida.
Una vez sano de sus heridas, el caballero del
Salvaje acometió la aventura del Valle de la Per-
dición — que ya por los escuderos de los caballeros
presos en el castillo de Dramusiando se sabía donde
habían quedado sin libertad don Duardos, Prima-
león y todos los otros— , y si no logró darle cima,
estuvo más cerca de la victoria que nadie lo había
estado, pues, después de haber vencido a don Duar-
dos y todos los gigantes, si no triunfó de Dramu-
siando tampoco fué derrotado por éste, sino que,
después de luchar horas y horas, cuando cerraba la
noche cayeron ambos en tierra, más muertos que vi-
vos, de la sangre que se escapaba de sus muchas he-
ridas. Entonces, un encantador que protegía extre-
madamente a la familia del rey de Inglaterra, lla-
mado Dáliarte, envuelto en una negra niebla, lle-
vóse del patio del castillo el cuerpo del caballero del
Salvaje, sin saber nadie cómo, mientras Eutropa y
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