Page 236 - Libros de Caballerías 1879
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PALM ERÍN DE INGLATERRA


       nunca viera, y temiendo, según lo que vía, que en-
        tramos pudiesen  allí morir, quiso escusar cosa tan
        mal empleada en tales dos caballeros, mandóles de-
        cir de su parte que pues el torneo era acabado, de-
        jasen la batalla en que estaban mas como cada uno
                                   ;
        deseasen  saber  lo que había de  sí  al  otro no  se
        pudo acabar con  ellos,  ni  la infanta Polinarda  se
        halló tan  libre que  dejase de  sentir y  recelar  la
        afrenta en que su Palmerín estaba. En esta porfía
        duraron tanto, que  la noche sobrevino, tan escura
        que les fué necesario apartarse, sin nenguno quedar
        con más que con muchas heridas y el deseo de  la
        vitoria. El emperador mandó tocar las trompetas
                                                     y
        recoger cada uno a su capitanía; los dos caballeros
        de  las armas verdes se tornaron hacia  la parte de
        donde vinieron. El emperador quiso que hubiese sa-
        rao, para pagar a los noveles  el trabajo de aquel
        día danzando cada uno con su  señora, y algunos
        hubo  entrellos que por gozar de aquel contenta-
        miento estuvieron engañando  el dolor de sus heri-
        das con  aquella paga de su gusto.  Palmerín, que
        no sabía con quién danzar por no atreverse a su
        señora, danzó con una camarera de la infanta Poli-
        narda y mucho su privada;  el príncipe Florendos
        con la infanta su hermana, que aquel día salió tan
        hermosa que podía  tener su madre envidia y  su
        agüela en el tiempo que florecieron; Platir con Flo-
        riana, nieta del rey Frísol; y así los otros cada uno
        con quien más  tenía en  su  voluntad. Acabado  el
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