Page 238 - Libros de Caballerías 1879
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PALMERÍN DE INGLATERRA


        vián su  fiel escudero,  llevando por nombre  el de
        El Caballero de la Fortuna.
          Después de correr diversas aventuras en las que
        conquistó glorioso renombre, púsose en camino para
        la Gran Bretaña, con ánimo de probar aquella en
        que se habían perdido tan insignes caballeros.
          Eutropa, la tía de Dramusiando, sabiendo por sus
        artes el gran peligro que para ella y su sobrino se
        encerraba en aquel nuevo caballero, hizo de modo
        que cuando el de la Fortuna estaba llegando a Lon-
        dres, se le presentara, toda deshecha en llanto, una
        dueña con la súplica de que  la vengara de no sé
        qué ofensas que fingía haber recibido del Caballero
        del Salvaje. Desafiólo  el de la Fortuna, que nada
        deseaba tanto en el mundo como volver a medir sus
       armas con su enemigo de Constantinopía, y lucha-
       ron ante  el rey y la corte de Inglaterra con tanto
       brío  y fortaleza que en todo  el día ninguno de ellos
       pudo conseguir victoria sobre  el otro y cuando se
       puso  el sol ambos estaban llenos de  terribles heri-
       das y con las armas destrozadas — aunque en peor
       situación  el del Salvaje— pero tan enteros de áni-
       mo que ni el propio rey los logró separar para que
       no acabaran de darse muerte uno a otro.
         El rey, que ningún descanso ni reposo sufría en
       su corazón, fuese adonde estaba Flérida, diciendo:
         —Señora hija, don Duardos es vivo   por mano
                                           y
       de alguno ha de ser libre; no hay en el mundo en
       quien  el hombre espere sino en  el uno destos que
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