Page 72 - Libros de Caballerías 1879
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                   AMADÍS DE GAULA


         —Doncella —dijo   el Rey—, yo había más me-
       nester alegría de la que tengo ; mas, como quier que
       esto sea, bien me miembra lo que os dije, e así lo
       compliré.
         —Señor —dijo   ella— , con  esa esperanza vengo
       yo a vos como al más leal rey del mundo, e agora
       me vengad de un caballero que va por esta floresta,
       que mató a mi padre al mayor aleve del mundo  y
       encantóle de tal guisa, que no puede morir si el más
       honrado hombre del reino de Londres no le da un
       golpe con esta lanza e otro con esta espada. E yo sé
       que  si por vuestra mano  no, que  el más honrado
       sois, por otro no puede ser muerto.
         —En el nombre de Dios —dijo el Rey— yo quie-
       ro ir con vos.
         E mandó traer sus armas e armóse ahina, e ca-
       balgó en su caballo, que él mucho preciaba, e la don-
       cella le dijo que ciñese la espada que ella  traía;  y
       él, dejando  la suya, que era  la mejor  del mundo,
       tomó la otra y echó su escudo al cuello. E la don-
       cella le llevó el yelmo e la lanza pintada, e fuese con
       ella, defendiendo a todos que ninguno  fuese  tan
       osado que tras él pensase de ir.
         E así andovieron un rato por la carrera; mas la
       doncella gela hizo dejar, e guió por otra parte, cer-
       ca de unos árboles e allí vio estar el Rey un caba-
       llero todo armado sobre un caballo negro, e al cue-
       llo un escudo verde,  el yelmo otro  tal. La doncella
       dijo
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