Page 70 - Libros de Caballerías 1879
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                   AMADÍS DE GAULA


         Cuando Oriana  esto oyó cayó amortecida; mas
       esto no hobo  menester, que  el  caballero  la tomó
       entre sus brazos, e llorando, que parecía hacerlo con-
       tra su voluntad, e dióla a un escudero que estaba en
       un rocín muy grande e mucho andador; e ponién-
       dola en la  silla, se puso  él en las ancas, e dijo  el
       caballero
         —Tenedla, no caya, que va tollida; e Dios sabe
       que en toda esta corte no ha caballero que más pese
       que a mí deste hecho.
         Y el Rey fizo venir la doncella de Denamarca e
       mandóla poner en un palafrén, e dijo
         —Id con vuestra gran señora, e no la dejéis por
       mal ni por bien que vos avenga en cuanto con ella
       os dejaren.
         —¡Ay,  cativa! —dijo  ella— , nunca cuidé hacer
       tal  ida.
         E luego movieron ante el Rey; y uno de los ca-
       balleros que muy membrudo era, tomó a Oriana por
       la rienda; e sabed que este era Arcalaus el Encanta-
       dor; e al salir del corral sospiró Oriana muy fuer-
       temente, como  si el corazón se le partiese, e dijo así
       como tollida:
         —¡Ay, buen amigo!, por  esto somos vos  e yo
       muertos.
         Mabilia, que a unas finiestras estaba haciendo muy
      grande duelo, vio cerca del muro pasar a Ardían, el
       enano de Amadís, que iba en un gran rocín e lige-
      ro, e llamólo con gran cuita que tenía, e dijo
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