Page 73 - Libros de Caballerías 1879
P. 73
:
LA PRISIÓN DEL REY
—Señor, tomad vuestro yelmo; que vedes allí el
caballero que vos dije.
El lo enlazó luego, e tomando la lanza, dijo
—Caballero soberbio e de mal talante, agora os
guardad.
E abajando la lanza, y el caballero la suya, se de-
jaron correr contra sí cuanto los caballos los podían
llevar, e firiéronse de las lanzas en los escudos; así
que luego fueron quebradas, e la del Rey quebró tan
ligero, que sólo no la sintió en la mano, e cuidó que
fallesciera de su golpe, e puso mano al espada, e el
caballero a la suya, e íiriéronse por cima de los
yelmos, e la espada del caballero entró bien la media
por el yelmo del Rey, mas la del Rey quebró luego
por cabe la manzana, e cayó el fierro en el suelo. En-
tonces conoció que era traición, y el caballero le
comenzó a dar golpes por todas partes a él e al
caballo; e cuando el Rey vio que el caballo le ma-
taba fuese a abrazar con él, y el otro asimismo
con él, e tiraron por sí tan fuerte, que cayeron en
tierra, y el caballero cayó debajo, y el Rey tomó la
espada que el otro perdiera de la mano, e comen-
zóle a dar con ella los mayores golpes que podía.
La doncella, que esto vio, dio grandes voces, di-
ciendo :
—¡Ay, Arcalaus!; acorre, que mucho tardas, e
dejas morir tu cohermano.
Cuando el Rey así estaba por matar el caballero,
oyó un grande estruendo, e volvió la cabeza e vio
69