Page 96 - Libros de Caballerías 1879
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                     AMADÍS DE GAULA


         llegar al otro; y  el que estaba más alzado llegó al
         padrón de mármol, que no pasó más adelante.
           Desque Amadís   vio  los  escudos mucho  dudó
         aquella aventura, pues que  tales  caballeros no  la
         acabaron. E salieron del palacio e fueron al arco
         de  los  leales amadores, y llegando  al  sitio que  la
         entrada defendía, Agrajes, que estaba muy enamo-
         rado de una gentil doncella llamada Olinda, se llegó
         al mármol, y decendiendo de su caballo e encomen-
         dándose a Dios, dijo:
           —Amor,   si vos he sido leal, membradvos de mí.
           E pasó el marco, y llegando so  el arco, la ima-
         gen que encima estaba comenzó un son tan dulce,
         que Agrajes y todos los que lo oían sentían gran
         deleite; y  llegó  al  palacio donde  las imagines de
         Apolidón y de Grimanesa estaban, que no  les pa-
         reció  sino propiamente  vivas;  e miró  el  jaspe  e
         vio allí dos nombres escriptos, y el suyo.
            Entrando Agrajes, como  oís, so  el arco de  los
         leales amadores, Amadís  dio su caballo  e sus  ar-
          mas a su escudero Gandalín,  e fuese adelante  lo
         más presto que  él pudo  sin temor ninguno, como
          aquel que sentía no haber errado a su señora, no
          solamente  por  obra, mas  por  el  pensamiento;  e
         como fué so el arco, la imagen comenzó a facer un
          son mucho más diferenciado en dulzura que a  los
          otros  hacía,  e por  la boca de  la trompa lanzaba
          flores muy fermosas, que gran olor daban, e caían
          en  el campo muy espesas; así que nunca a caba-
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