Page 97 - Libros de Caballerías 1879
P. 97

^^^eSH^    .            "o
    EL ARCO DE LOS LEALES AMADORES


     llero que allí entrase fué lo semejante hecho, e pasó
     donde eran las imagines de Apolidón e Grimanesa,
     e con mucha  afición  las  estovo mirando,  pares-
     ciéndole muy hermosas  e tan  frescas como  si  vi-
    vas fuesen.
       Don Galaor e Florestán, que de fuera los aten-
     dían, viendo que tardaban, acordaron de  ir a ver
     la cámara defendida, y, llegados a ella, don Flores-
     tán, encomendándose a Dios,  e poniendo su  escu-
     do delante, e la espada en la mano, fué adelante,
                                                  y
     entrando en  lo  defendido,  sintióse herir de todas
     partes con lanzas y espadas de tan grandes golpes
     e tan espesos, que  le semejaba que ningún hombre
    lo podría sofrir; mas como él era fuerte e valiente
     de corazón, no quedaba de ir adelante firiendo con
     su espada a una e a otra parte, e parescíale en  la
    mano que feria hombres armados,  y  que la espada
     no  cortaba;  así pasó  el padrón de cobre y  llegó
     fasta el de mármol, e  allí cayó, e no pudo  ir más
    adelante, tan desapoderado de toda su fuerza, que
     no tenía más sentido que  si muerto fuese; e luego
     fué lanzado fuera del  sitio, como  lo facían a  los
     otros. Don Galaor, que así lo vio, hobo del mucho
     pesar, pero también  él quiso probar la cámara de-
    fendida; tomó sus armas, y encomendándose a Dios,
                                                 fi-
     fuese contra la puerta de la cámara, e luego le
     rieron de todas partes de muy duros e grandes gol-
     pes, e con gran cuita llegó al padrón de mármol e
    abrazóse con  él, y detóvose un poco; mas cuanto

                           93
   92   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102