Page 53 - El niño con el pijama de rayas
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alambrada  se  prolongaba  hacia  el  infinito  bajo  el  sol,  y  se  alegró  de  que  así
      fuera,  porque  aquello  significaba  que  él  no  sabía  qué  había  más  allá  y  podía
      ponerse a andar para averiguarlo, pues al fin y al cabo en eso consistía explorar.
      (Herr Liszt sólo le había hablado de una cosa interesante en las clases de Historia:
      de hombres como Cristóbal Colón y Américo Vespucio; hombres con vidas tan
      llenas  de  aventuras  y  tan  interesantes  que  no  hacían  sino  confirmarle  que  él
      quería ser como ellos cuando fuera mayor).
        Sin embargo, antes de echar a andar en aquella dirección, había una última
      cosa  que  investigar:  el  banco.  Bruno  llevaba  meses  contemplándolo,
      escudriñando la placa desde lejos y llamándolo « el banco de la placa» , pero sin
      saber qué ponía en la placa. Miró a izquierda y derecha para comprobar que no
      venía nadie y luego se acercó corriendo al banco. Sólo era una pequeña placa de
      bronce y Bruno la leyó en silencio.
        « Obsequiado  con  motivo  de  la  inauguración…  —vaciló  un  instante—  del
      Campo  de  Auschwitz  —continuó,  titubeando  un  poco  como  solía  ocurrirle—.
      Junio de 1940» .
        Estiró  un  brazo  y  la  tocó;  el  bronce  estaba  muy  frío,  así  que  apartó
      rápidamente  los  dedos.  Respiró  hondo  e  inició  su  excursión.  En  lo  único  que
      Bruno intentaba no pensar era que tanto Madre como Padre le habían advertido
      en innumerables ocasiones que estaba prohibido pasear en aquella dirección, que
      estaba  prohibido  acercarse  a  la  alambrada  del  campo,  y  sobre  todo  que  en
      Auschwitz estaba prohibido explorar.
        Sin Excepciones.
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