Page 48 - El niño con el pijama de rayas
P. 48

uniforme; la Abuela fue la única que no parecía impresionada. Después de cenar
      y después de que Gretel y Bruno hubieran representado su nueva obra, ella se
      sentó  con  aire  taciturno  en  una  butaca  y  miró  a  Padre,  sacudiendo  la  cabeza
      como si su hijo le hubiera dado un tremendo disgusto.
        —Quizá me equivoqué en eso, ¿no crees, Ralf? —le dijo—. Quizá las obras
      que  te  hacía  interpretar  cuando  eras  niño  te  condujeron  a  esto.  A  disfrazarte
      como una marioneta.
        —Por favor, Madre —repuso Padre, comprensivo—. Sabes muy bien que no
      es el momento.
        —Qué  orgulloso  estás  de  tu  uniforme  —continuó  ella—,  como  si  te
      convirtiera en algo especial. En realidad ni siquiera te importa lo que significa. Lo
      que representa.
        —Nathalie, antes  ya  hemos  hablado de esto  —intervino  el  Abuelo, aunque
      todos  sabían  que  cuando  la  Abuela  tenía  algo  que  decir,  lo  decía,  por  muy
      inoportuno que resultara.
        —Antes has hablado tú, Matthias —precisó la Abuela—. Yo no era más que la
      pared vacía a la que dirigías tus palabras. Como siempre.
        —Estamos  en  una  celebración  familiar,  Madre  —dijo  Padre  exhalando  un
      suspiro—. Es Navidad. Tengamos la fiesta en paz.
        —Me acuerdo de cuando empezó la Gran Guerra —comentó el Abuelo con
      orgullo,  contemplando  el  fuego  y  moviendo  la  cabeza—.  Recuerdo  el  día  que
      llegaste a casa y nos anunciaste que te habías alistado. Yo estaba seguro de que te
      pasaría algo.
        —No le pasó nada, Matthias —insistió la Abuela—. Y si no, échale un vistazo.
        —Y mírate ahora —continuó el Abuelo, haciendo caso omiso de su esposa—.
      Me enorgullece verte ascendido a un cargo de tanta responsabilidad. Ver cómo
      ayudas a tu país a recuperar su orgullo después de las grandes injusticias que se
      han cometido contra él. Los innumerables castigos…
        —¿Pero tú te estás oyendo? —exclamó la Abuela—. ¿Cuál de vosotros dos es
      el más necio?
        —Nathalie —terció Madre para serenar los ánimos—, ¿no crees que Ralf está
      muy guapo con su nuevo uniforme?
        —¿Guapo?  —repitió  la  Abuela,  inclinándose  hacia  delante  y  mirando  a  su
      nuera como si ésta hubiera perdido el juicio—. ¿Has dicho guapo? ¡Qué ingenua
      eres! ¿Crees que eso es lo que importa? ¿Estar guapo?
        —¿Y  yo?  ¿Estoy  guapo  con  mi  disfraz  de  presentador?  —preguntó  Bruno,
      porque eso era lo que llevaba aquella noche en la fiesta, el traje rojo y negro de
      un  presentador  de  circo,  y  estaba  encantado  con  él.  Sin  embargo,  lamentó
      inmediatamente  haber  hablado,  porque  todos  los  adultos  los  miraron,  a  él  y  a
      Gretel, como si hubieran olvidado por completo que se encontraban allí.
        —Niños, arriba —dijo rápidamente Madre—. Subid a vuestras habitaciones.
   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52   53