Page 147 - Vuelta al mundo en 80 dias
P. 147

en la "Enrique-ta", combinado con el negocio del banco, podía llevar al gentleman un poco
                  más lejos de lo que quisiera, razonaba Fix.

                  Durante los primeros días, la navegación se hizo en excelentes condiciones. El mar no
                  estaba muy duro, y el viento parecía fijado al Nordeste; las velas se esta-blecieron, y la
                  "Enriqueta" marchaba como un verda-dero transatlántico.

                  Picaporte estaba encantado. La última hazaña de su amo, cuyas consecuencias no quería
                  entrever, le entusiasmaba a un muchacho más alegre y más ágil. Hacía muchos obsequios a
                  los marineros y los asom-braba con sus juegos gimnásticos. Les prodigaba las mejores
                  calificaciones y las bebidas más atractivas. Para él, maniobraban como caballeros, y los
                  fogoneros se conducían como héroes. Su buen humor, muy comunicativo, se impregnaba
                  en todos. Había olvida-do el pasado, los disgustos, los peligros, y no pensaba más que en el
                  término del viaje, tan próximo ya, hir-viendo de impaciencia, como si lo hubiesen caldeado
                  las hornillas de la "Enriqueta". A veces también el digno muchacho daba vueltas alrededor
                  de Fix, y lo miraba con los ojos que decían mucho; pero no le hablaba, pues no existía ya
                  intimidad alguna entre los dos antiguos amigos.

                  Por otro lado, Fix, preciso es decirlo, no com-prendía nada. La conquista de la "Enriqueta",
                  la com-pra de su tripulación, ese Fogg maniobrando como un marino consumado, todo ese
                  conjunto de cosas, lo aturdía. ¡Ya no sabía qué pensar! Pero, después de todo, un gentleman
                  que empezaba por robar cincuen-ta y cinco mil libras, bien podía concluir robando un
                  buque. Y Fix acabó por creer naturalmente que la "Enriqueta" dirigida por Fogg, no iba a
                  Liverpool, sino a algún punto del mundo donde el ladrón, con-vertido en pirata, se pondría
                  tranquilamente en seguridad. Preciso es confesar que esta hipótesis era muy posible, por
                  cuya razón comenzaba el agente de poli-cía a estar seriamente pesaroso de haberse metido
                  en este negocio.

                  En cuanto al capitán Speedy, seguía bramando en su cámara; y Picaporte, encargado de
                  proveer a su sus-tento, no lo hacía sin tomar las mayores precauciones. Respecto de mister
                  Fogg, ni aun tenía trazas de acor-darse que hubiese un capitán a bordo.

                  El 13 doblaron la punta del banco de Terranova, paraje muy malo en invierno, sobre todo
                  cuando las brumas son frecuentes y los chubascos temibles. Desde la víspera, el barómetro,
                  que bajó bruscamente, daba indicios de un próximo cambio en la atmósfera. Durante la
                  noche, la temperatura se modificó y el frío fue más intenso, saltando al propio tiempo el
                  viento al Sureste.

                  Era un contratiempo. Mister Fogg, para no apar-tarse de su rumbo, recogió velas y forzó
                  vapor; pero, a pesar de todo, la marcha se amortiguó a consecuencia de la marejada, que
                  comunicaba al buque movimien-tos muy violentos de cabeceo, en detrimento de la
                  velocidad. La brisa se iba convirtiendo en huracan, y ya se preveía el caso en que la
                  "Enriqueta" no podría aguantar. Ahora bien; si era necesario huir, no queda-ba otro arbitrio
                  que lo desconocido con toda su mala suerte.

                  El semblante de Picaporte se nubló al mismo tiempo que el cielo, y durante dos días sufrió
                  el hon-rado muchacho mortales angustias; pero Phileas Fogg era audaz marino, y como
   142   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152