Page 152 - Vuelta al mundo en 80 dias
P. 152

expreso siempre dispuesto, y de Dublín llegan a Liverpool por vapores de gran veloci-dad,
                  adelantando doce horas a los rápidos buques de las compañías marítimas.

                  Phileas Fogg pretendía ganar también las doce horas que sacaba de ventaja al correo de
                  América. En lugar de llegar al día siguiente por la tarde, con la "Enriqueta~', a Liverpool,
                  llegaría a mediodía, y le quedaría tiempo para estar en Londres a los ocho y cuarenta y
                  cinco minutos de la tarde.

                  A la una de la mañana, la "Enriqueta" entraba con la pleamar en el puerto de Queenstown,
                  y Phileas Fogg, después de haber recibido un apretón de manos del capitán Speedy, lo
                  dejaba en el casco raso de su buque, que todavía valía la mitad de lo recibido.

                  Los pasajeros desembarcaron al punto. Fix tuvo entonces intención decidida de prender a
                  mister Fogg, y, sin embargo, no lo hizo. ¿Por qué? ¿Existían dudas en su ánimo?
                  ¿Reconocía, al fin, que se había enga-ñado?

                  Sin embargo, Fix no abandonó a mister Fogg. Con él, con mistress Aouida, con Picaporte,
                  que no tenía tiempo de respirar, subía al tren de Queens-town, a la una y media de la
                  mañana, llegaba a Dublín al amanecer, y se embarcaba en uno de esos vapores fusiformes,
                  de acero, todo máquina, que des-deñándose subir con las olas, pasan invariablemente al
                  través de ellas.

                  A las doce menos veinte, el 21 de diciembre, Phi-leas Fogg desembarcaba, por fin, en el
                  muelle de Liverpool. Ya no estaba más que a seis horas de Lon-dres.

                  Pero en aquel momento, Fix se acercó, le puso la mano en el hombro, y exhibiendo su
                  mandamiento, le dijo:

                   ¿Sois mister Fogg?

                   Sí, señor.

                   ¡En nombre de la Reina, os prendo!



                  XXXIV
                  Phileas Fogg estaba preso. Lo habían encerrado en la aduana de Liverpool, donde debía
                  pasar la noche, aguardando su traslación a Londres.

                  En el momento de la prisión, Picaporte había querido arrojarse sobre el inspector, pero fue
                  deteni-do por unos agentes de policía. Mistress Aouida, espantada por la brutalidad del
                  suceso, no compren-día nada de lo que pasaba, pero Picaporte se lo expli-có. Mister Fogg,
                  ese honrado y valeroso gentleman, a quien debía la vida, estaba preso como ladrón. La
                  joven protestó contra esta acusación, su corazón se indignó, las lágrimas corrieron por sus
                  mejillas, cuando vio que nada podía hacer ni intentar para librar a su salvador.
   147   148   149   150   151   152   153   154   155   156   157