Page 154 - Vuelta al mundo en 80 dias
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"21 de diciembre, sábado, en Liverpool", añadió: Día 80, a las once y cuarenta minutos
                  de la maíía-na", y aguardó.

                  Dio la una en el reloj de la Aduana. Mister Fogg reconoció que su reloj adelantaba dos
                  minutos.

                  ¡Dieron las dos! Suponiendo que tomase entonces un expreso, aun podía llegar al
                  Reform Club antes de las ocho y cuarenta y cinco minutos. Su frente se an u-gó
                  ligeramente.

                  A las dos y treinta y tres minutos se escuchó ruido afuera y un estrépito de puertas que se
                  abrían. Se oía la voz de Picaporte y de Fix.

                  La mirada de Phileas Fogg brilló un instante.

                  La puerta se abrió, y vio que mistress Aouida, Picaporte y Fix corrían a su encuentro.

                  Fix estaba desalentado, con el pelo en desorden y sin poder hablar.

                   ¡Señor...   dijo tartamudeando , señor... per-dón... una semejanza deplorable... Ladrón
                  preso hace tres días... vos ... libre!

                  ¡Phileas Fogg estaba libre! Se fue hacia el "detecti-ve", lo miró de hito en hito, y ejecutando
                  el único movi-miento rápido que en toda su vida había hecho, echó sus brazos atrás, y
                  luego, con la precisión de un autómata, golpeó con sus dos puños al desgraciado inspector.

                   ¡Bien aporreado!  exclamó Picaporte.

                  Fix, derribado por el suelo, no pronunció una pala-bra, pues no le había dado mas que su
                  merecido; y entretranto, mister Fogg, mistress Aouida y Picaporte salieron de la aduana, se
                  metieron en un coche y lle-garon a la estación.

                  Phileas Fogg preguntó si había algún tren expreso para Londres...

                  Eran las dos y cuarenta y cinco minutos... El expreso había salido treinta y cinco minutos
                  antes.

                  Phileas Fogg pidió un tren especial.

                  Había en presión varias locomotoras de gran velocidad; pero atendidas las circunstancias
                  del servicio, el tren especial no pudo salir antes de las tres.

                  Phileas Fogg, después de haber hablado al maquinista de una prima por ganar, corría en
                  direc-ción a Londres, en compañía de la joven y de su fiel servidor.

                  La distancia que hay entre Liverpool y Londres debía correrse en cinco horas y media, cosa
                  muy fácil estando la vía libre; pero hubo atrasos forzo-sos, y cuando el gentleman llegó a la
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