Page 24 - Huasipungo - Jorge Icaza
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dar su placer ---tal ve7. para no indiges- 25
tarse con la carne dura de la sierra-.
Por fin, ensangrentados y jadeantes, caye-
ron junto al fogón, haciéndose un nudo de
ternuras salvajes. El llanto de ta Cunshi se apaga
lentamente e.l sentirse abierta· por el hechizo del
se;xo. Agotados se quedan dormidos, cobijándose
con el abrigo de los cuerpos, con el poncho empa-
pado en páramo,· con la furia de los piojos.
La garúa invern.al agrava el aburrimiento de la
familia. Cuando amanecía sereno, don Alfonso
montaba en la Negra y se alejaba por los chapa-
rros enmarañados que se extienden al otro lado
de la orilla del río. En el pueblo, hacía una peque-
ña parada en la tienda del teniente político: un
chagra coloradote, que no desampara el poncho,
que u~a zapatos de becerro ·comprados en Quito,
en las. cuatro esquinas, que se siente orgulloso de
haber edificado su casita de teja a fuerza de tra-
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Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"