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lo cual es apreciado por los amantes de la naturaleza; y por los aman-
       tes sin más («La luna de enero y el amor primero», dice el refrán).
           La Luna siempre da la misma cara a la Tierra Esto se debe a que
       el período de su movimiento de traslación alrededor de la Tierra
       coincide con su movimiento de rotación sobre sí misma. Esta exac-
       titud no puede ser una casualidad, especialmente si se tiene en cuenta
       que la mayoría de los satélites del sistema solar tienen este sincro-
       nismo con su planeta Se debe a las mareas. Las mareas están creadas
       por gravitación diferencial, es decir, que, por la cercanía del satélite,
       la gravedad ejercida por el planeta es diferente en unos puntos y en
       otros del satélite. Cuando la Luna era más líquida, estas mareas ha-
       cían que unas partes más cercanas a la Tierra tendieran a moverse
       más rápidamente que las centrales, lo que causó una fricción que fue
       deteniendo el movinuento de rotación. El efecto de las mareas tenía
       que cesar precisamente cuando el día y el mes coincidieran, es decir,
       cuando la Luna diera siempre la misma cara a la Tierra
           De hecho, actualmente también la Luna va frenando a la Tie-
       rra por el efecto de las mareas. Los océanos no giran a la misma
       velocidad que lo hacen los continentes, lo que causa ese efecto de
       frenado.  Los días son cada vez más largos. Este aun1ento es tan
       solo de un segundo cada quinientos años, pero esa variación re-
       sulta sumamente importante en cálculos astronómicos que requie-
       ren mucha precisión. La fricción de las mareas que induce la Luna
       en la Tierra cesará cuando también la Tierra presente la misma
       cara a la Luna, es decir, cuando nuestro día equivalga a un mes.
       De todas formas, seguirán existiendo las mareas solares.
           Por cierto, este aumento de la duración del día lleva asociado
       un movimiento de alejamiento de la Luna; por efecto de la conser-
       vación del momento cinético del sistema Tierra-Luna. Este aleja-
       miento es de 3,8 cm/año actualmente.
           Pues bien, debido a la segunda ley de Kepler, la velocidad de
       traslación de la Luna no es constante, mientras que su rotación sí
       lo es. Esto hace que la Luna parezca tener un movimiento de os-
       cilación para un observador terrestre, que hace que en algún mo-
       mento  del  mes podamos ver una pequeña porción de la cara
       oculta de la Luna, y en otro momento del mes, otra porción, por
       la otra parte. De hecho, no vemos la mitad de la Luna, sino el 59 %.





                                          REPERCUSIÓN EN LA CIENCIA  ACTUAL   119
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