Page 26 - 13 Pitagoras
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al mito. Las descripciones hablan de un hombre maduro, en la
                    cuarentena, con larga barba y mirada inteligente. La iconografía
                    le otorga también un turbante de estilo oriental, como puede apre-
                    ciarse en muchas de las representaciones tradicionales. No carece
                    de importancia el hecho de que los testimonios más antiguos des-
                    criben un Pitágoras con aspecto de hombre santo, mientras que
                    los más recientes introducen el aspecto por el que se le conoce
                    actualmente, el del filósofo, como si una lectura posterior hubiera
                    sepultado la capa original.
                        Como corresponde a quien se considera también fundador
                    del arte de la retórica, su primera aparición pública ante los habi-
                    tantes de Crotona «sedujo las almas». El filósofo Jámblico de Cal-
                    cis (ca. 250-325 d.C.) afirmaba que, gracias a un solo discurso, en
                    la primera y única aparición pública que, según él, hizo Pitágoras
                    a su llegada a Italia, cautivó con sus palabras «a más de dos mil
                    personas, que quedaron tan fuertemente impresionadas que ya
                    no quisieron volver a sus casas». Esta escena llena de drama, el
                    discurso formidable del hombre magnético que aparece ya como
                    semidivino, marca la entrada de Pitágoras en la vida pública, lo
                    que permite establecer comprobaciones históricas, pero a la vez
                    pone en marcha la maquinaria mitológica que le acabará convir-
                    tiendo en insondable para la historia. A partir de ese momento la
                    ambivalencia le acompañará siempre, y Pitágoras nadará entre
                    dos aguas: será filósofo y científico, sabio y adivino, legislador
                    y juez.
                        Pitágoras fundó una secta religiosa y aristocrática que llegó a
                    tener un papel importante en la política de Crotona, y según algu-
                    nos testimonios, pudo establecer cierto tipo de dominio en nume-
                    rosas ciudades-estado griegas del sur de Italia. Algunos autores
                    asocian el poder político conseguido por los pitagóricos con el
                    auge de Crotona y lo vinculan con la victoria de esta ciudad sobre
                    la vecina Síbaris, polis también ubicada en el golfo de Tarento. La
                    guerra dejó arrasada aquella población famosa por la entrega a los
                    placeres exquisitos de sus habitantes, los sibaritas, pues los cro-
                    toniatas desviaron el río Cratis, que la rodeaba, para inundarla. Si
                    creemos a la tradición, la victoria de  Crotona se produjo en la
                    edad madura del maestro, alrededor del 510 a.c.





        26          REALIDAD Y MITO DE  PITÁGORAS
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