Page 25 - 13 Pitagoras
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política en la Magna Grecia. Su nombre comienza a brillar entre
los años 540 y 522 a.c. Parece ser que en su isla natal Pitágoras ya
había fundado una pequeña escuela, llamada el Semicírculo,
donde transmitía los saberes que había reunido en sus viajes. La
leyenda explica que enseñaba en cuevas, otro ingrediente carac-
terístico del mito.
En aquel período el gobierno de Samos estaba en manos del
tirano Polícrates, quien patrocinaba el arte y embelleció la isla con
notables obras públicas. Pero el tirano era un gobernante sin escrú-
pulos. No en vano su tiranía se considera un ejemplo paradigmá-
tico de esta clase de régimen político. Polícrates, que solía emplear
su gran flota en actos de piratería, aprovechó que Mileto había sido
sometida recientemente por Persia para superarla en el comercio
marítimo. Para impedir una mayor expansión de los persas hacia
Occidente, se alió con el rey de Egipto, y más tarde, al ver que
Persia atacaba el país del Nilo con claras posibilidades de conquis-
tarlo, cambió de bando. Su aportación a la invasión persa de Egipto
la hizo con una flota compuesta por sus enemigos políticos; las
tripulaciones se amotinaron y volvieron a Samos para derrocarle.
Polícrates sofocó esta rebelión, pero no tardó en caer.
Pitágoras vivía en desacuerdo con el gobierno de Polícrates.
Las fuentes coinciden en señalar que dejó la isla a la edad de cua-
renta años huyendo del tirano. Tras abandonar San10s, Pitágoras
arribó a la ciudad griega de Crotona, en la Magna Grecia, hacia el
año 530 a.c. Las ciudades-estado griegas del sur de Italia eran
entonces tan ricas y prósperas como Samos y Mileto, y además
estaban muy lejos de la amenaza de Persia. Sin embargo, cuando
Pitágoras llegó a la Magna Grecia, las distintas ciudades griegas
de Italia estaban enzarzadas en una lucha permanente y enconada,
y Crotona acababa de ser derrotada por Lócrida.
Dicen las fuentes que su llegada causó gran sensación, com-
parable con la de un dios que viene a instaurar un nuevo culto,
como ciertamente así sería, pues Pitágoras no tardó en refundar
su escuela, que acabó convirtiéndose en un poderoso grupo de
gran influencia política y social. La apariencia noble, el gesto mag-
nífico y el verbo poderoso e irresistible con los que se le presenta
en este momento culminante de su vida responden perfectamente
REALIDAD Y MITO DE PITÁGORAS 25