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que componen su identidad de manera indisociable: Pitágoras
mago y matemático, hombre de conocimiento racional e irracio-
nal a un mismo tiempo.
La aportación del sabio de Samos se desarrolló en el contexto
de la religión griega. La concepción más popular de esta se corres-
ponde con el panteón de dioses que ha llenado de iconos la narra-
tiva occidental. Sin embargo, los dioses olímpicos son solo un
estrato posterior; frente a él se sitúa una vertiente más antigua
relacionada con lo subterráneo y lo mistérico. Ya desde la época
arcaica, los griegos estuvieron en contacto con pueblos como los
tracios o los escitas, de cuya tradición chamánica recibieron nu-
merosas influencias. Pitágoras emergió en ese mundo, y extendió
su sombra magnífica como hombre religioso imbricado a la vez
con el comienzo de la reflexión científica en el mundo griego. La
ambivalencia de Pitágoras es la evidencia de que no puede sepa-
rarse el origen de la filosofía (una palabra cuya propia creación se
le atribuye, aunque erróneamente) de la religión griega. Para los
griegos, el intelecto tenía inspiración divina. Los poetas y los sa-
bios de la antigua Grecia estaban tan cerca de los dioses como los
profetas y los sacerdotes. Pitágoras fue elevado a una categoría
divina y, de hecho, es la primera figura de hombre «divino» cono-
cida en el mundo occidental que reunió a su alrededor una secta
de seguidores adheridos a su doctrina.
Al contrario de lo que aseguran algunas voces, la existencia
real de Pitágoras no ofrece ninguna duda. Su vida se desarrolló
aproximadamente entre los años 570 y 490 a.c., e incluso es posi-
ble dar por auténticas varias fechas de su biografía. Existen prue-
bas suficientes de su salto a la esfera pública a los cuarenta años,
cuando huyó de Samos -una isla del mar Egeo muy próxima a
Asia Menor- para escapar del tirano Polícrates. Alrededor del año
530 a.c. se estableció en la colonia griega de Crotona, en la Magna
Grecia, donde organizó una secta religiosa y se involucró de ma-
nera activa en la política hasta el punto de expandir su hermandad,
y con ella su influencia, por todo el sur de Italia. Ahora bien, en
cuanto a su nacimiento, sus viajes y su formación, todo queda den-
tro del terreno de la leyenda, una leyenda compuesta por los ele-
mentos míticos característicos de su mundo y su tiempo.
8 INTRODUCCIÓN