Page 9 - 13 Pitagoras
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Es muy difícil reconstruir de manera rigurosa, en el sentido al
         que estarnos acostumbrados en la actualidad, el cuerpo de conoci-
        mientos del antiguo pitagorisrno, pero a pesar de la densidad de
         capas que lo caracterizan, la fama del maestro corno científico per-
        siste. Algunas tradiciones le consideran el padre de diversas disci-
        plinas del saber, corno las matemáticas, la astronomía, la política
        y la filosofía.  Se le atribuyen tantas invenciones en terrenos tan
        variados del conocimiento, cual verdadero descubridor de la sabi-
        duría humana, que se ha convertido en una suerte de símbolo de la
        ciencia y el progreso. Su impronta se encuentra no solo en las cien-
        cias, sino también en la música, y después, en la retórica, la adivi-
        nación, la medicina y la religión.
            Pitágoras adquirió su dimensión filosófica y científica por me-
        diación de Platón y Aristóteles, a través de los cuales ejerció una
        influencia inconmensurable que se ha prolongado durante toda la
        historia del pensamiento.  El Pitágoras filósofo-científico puede
        resumirse en dos grandes ideas: la inmortalidad del alma y el con-
        cepto de que el universo puede entenderse a través del número
        y la proporción. Todos los indicios llevan a asociar a Pitágoras
        con la primera cuestión, de carácter más religioso, y relegan la
        segunda, más científica, a tiempos posteriores, atribuyéndola a los
        pitagóricos más notables, Filolao y Arquitas, aunque es posible
        que el núcleo esencial de esta idea procediera de los primeros
        tiempos del pitagorisrno e incluso que ambas fueran enunciadas
        por el maestro.
            Para Pitágoras, la contemplación, un término originariamente
        místico,  era una actividad intelectual que desembocaba en una
        forma de pensamiento abstracto puro que hoy conocernos corno
        la ciencia de las matemáticas, y en ella basaba su doctrina teoló-
        gica, ética y filosófica.  Si esta mezcolanza parece extraña, cabe
        recordar que, en su origen, la mayor parte de las actuales discipli-
        nas científicas estuvieron estrechamente vinculadas a cor\juntos
        de creencias que ya han sido relegadas al estatus de superstición.
        Por ejemplo, la astronomía estaba asociada a la astrología, y la
        química, a la alquimia. En su principio, el conocimiento matemá-
        tico parecía ser seguro, exacto y aplicable a la realidad, y además
        se adquiría solamente por el pensamiento, sin necesidad de la ob-





                                                          INTRODUCCIÓN        9
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