Page 33 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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Algunos se sientan debajo de un árbol, otros en la cocina. Tal vez usted tenga que recorrer
            cierta distancia para ir a su trabajo, o tal vez su hora del almuerzo sea la apropiada. Busque la hora

            y el lugar apropiados.

                ¿Cuánto tiempo debe tomar? Todo lo que necesite. Valore la calidad más que la cantidad. Su

            tiempo con Dios debe durar lo suficiente como para que usted pueda decir lo que quiere decir y que
            Dios diga lo que quiere decir. Lo que nos lleva al segundo recurso que usted necesita: una Biblia

            abierta .

                Dios nos habla por medio de su Palabra. El primer paso al leer la Biblia es pedirle a Dios ayuda

            para comprenderla. «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
            Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho» ( Juan 14.26 ).


                Antes de leer la Biblia, ore. No se acerque a las Escrituras buscando sus propias ideas; busque
            las  de  Dios.  Lea  la  Biblia  con oración.  También,  léala  con  cuidado.  Jesús  nos  dijo: «Buscad,  y

            hallaréis» ( Mateo 7.7 ). Dios elogia a los que meditan en las Escrituras noche y día (véase Salmo

            1.2  ).  La  Biblia  no  es  un  periódico  en  el  que  se  leen  los  titulares,  sino  una  mina  que  hay  que
            aprovechar.  «Si  como  a  la  plata  la  buscares,  y  la  escudriñares  como  a  tesoros,  entonces

            entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios» ( Proverbios 2.4– 5 ).

                Este es un punto práctico. Estudie la Biblia un poco a la vez. Dios parece enviar mensajes como
            enviaba el maná: una porción para un día a la vez. Él provee «mandamiento tras mandamiento,

            mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá» (

            Isaías 28.10 ). Prefiera profundidad a cantidad. Lea hasta que un versículo «le golpee», entonces
            deténgase y medite en él. Copie ese versículo en un papel, o escríbalo en su diario, y reflexione en

            él varias veces.

                La mañana en que escribí este capítulo, por ejemplo, mi tiempo devocional me halló en Mateo

            18 . Había leído apenas cuatro versículos cuando leí: «El más importante en el Reino de Dios es el

            que se humilla y se vuelve como este niño» . No tuve que seguir adelante. Copié las palabras en mi
            diario, y he meditado y pensado en ellas durante el día. Varias veces le he preguntado a Dios: «¿

            Cómo puedo ser más como un niño?» Para el final del día me vino el recuerdo de mi tendencia a
            andar apurado y mi proclividad a afanarme.

                ¿Aprenderé lo que Dios quiere? Si escucho, lo aprenderé.


                No se desanime si su lectura cosecha poco. Algunos días una porción menor es todo lo que
            necesitamos. Una niñita regresó de su primer día en la escuela. Su mamá le preguntó:



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